La Aventura de las Canciones Mágicas
Era un hermoso día en la escuela, y la profe Eva estaba lista para comenzar su clase. Al entrar al aula, vio a todos los niños emocionados esperando.
- ¡Buenos días, mis pequeños genios! - saludó la profe Eva, sonriendo con calidez.
- ¡Buenos días, profe! - respondieron al unísono los niños, llenos de energía.
Martina, siempre amable, levantó la mano.
- Profe Eva, ¿podemos comenzar con una canción? - preguntó.
- ¡Por supuesto! - exclamó Eva. - ¿Qué les parece si cantamos “El baile de la amistad”?
Los niños comenzaron a cantar, moviéndose al ritmo alegre de la música. Telmo, el travieso, decidió hacer algunos pasos divertidos, provocando carcajadas entre sus compañeros.
- ¡Telmo, sos un monstruo en el baile! - se rió Alba, con su característico humor.
- ¿Y qué? ¡El baile es para divertirse! - contestó Telmo, haciéndose el loco.
Después de la canción, la profe Eva propuso un nuevo proyecto.
- Hoy vamos a aprender sobre los animales y sus hábitats. Cada uno de ustedes elegirá un animal para investigar y luego haremos una presentación con canciones y bailes sobre ellos.
Aitana, la más inteligente de la clase, levantó la mano rápidamente.
- Profe, ¿podemos hacer un mural con dibujos de nuestros animales?
- ¡Eso sería genial, Aitana! - respondió Eva entusiasmada. - También pueden incluir información, como dónde viven y qué comen.
Adil, el soñador, se quedó pensando.
- ¿Y si hacemos un cuento también? - sugirió. - Así cada animal puede contar su historia.
- ¡Esa es una idea maravillosa, Adil! - exclamó la profe Eva, inspirada por la imaginación del niño. - ¡Vamos a hacer de este proyecto algo único!
Los niños se pusieron a trabajar y comenzaron a elegir sus animales. Martín decidió investigar sobre los pingüinos, mientras que Antía, la bailarina del grupo, eligió la tortuga.
- ¡Voy a hacer un baile de tortuga! - dijo Antía mientras movía sus brazos como si fuera una tortuga.
Martín se rió.
- ¡Y yo voy a hacer un baile de pingüino!
Cloe, la trabajadora, comenzó a recortar dibujos de animales de revistas.
- ¡Chicos, tenemos que ser organizados si queremos terminar a tiempo! - les recordó.
Pasaron los días y todos trabajaron arduamente en sus proyectos. Un día, al término de la clase, profe Eva propuso que presentaran el avance de sus trabajos.
- ¡Quiero ver cómo van esos cuentos y murales! - les animó.
Cada uno presentó lo que había hecho. Cuando llegó el turno de Telmo, él llegó con una gran caja.
- ¡Sorpresa! - gritó mientras la abría y varios juguetes de animales salieron volando.
- ¡Telmo! - exclamó la profe Eva, riendo. - Eso es excesivo, pero al menos te divertiste.
- Es parte de la presentación... ¡los animales bailan con nosotros! - respondió Telmo con picardía.
Al final de la clase, todos estaban entusiasmados con sus respectivos trabajos y comenzaron a compartir ideas para la presentación final.
- ¡Vamos a organizar un gran show! - propuso Aitana.
- Y yo puedo ser la narradora del cuento - agregó Adil, emocionado.
Finalmente, el día de la presentación llegó. Familias y amigos se reunieron en el aula decorada con preciosos murales de animales.
- ¡Bienvenidos a nuestro show de los animales! - anunció Aitana, con una gran sonrisa.
Cada grupo realizó su presentación, cantando y bailando, y al finalizar, contaron sus historias mientras el público aplaudía emocionado.
La profe Eva sintió un torbellino de orgullo al ver todo el esfuerzo de sus alumnos.
- ¡Estoy tan orgullosa de todos ustedes! - exclamó Eva, con los ojos brillando de felicidad. - Has hecho un trabajo increíble, llenos de creatividad y compañerismo.
Telmo se acercó a la profe y le dijo.
- Gracias, profe Eva, por hacernos aprender de una forma tan divertida.
Y así finalizaron su proyecto, fundiendo aprendizaje y diversión, pero lo más importante: unidos como una gran familia.
- ¡Hasta la próxima aventura! - gritaron todos juntos antes de despedirse.
FIN.