La Aventura de las Manos Limpias



Había una vez en el pintoresco pueblo de San Manos, un grupo de niños que adoraban jugar al aire libre. Sin embargo, había un secreto oscuro que acechaba entre ellos: la Terrible Bacteria. Esta bacteria disfrutaba más que nada hacer travesuras y se sentía atraída por aquellos que no se lavaban las manos.

Un día, tres amigos inseparables, Sofía, Mateo y Juan, decidieron pasar la tarde jugando al escondite en el parque. Sofía, que siempre se lavaba las manos antes de comer y después de jugar, miró a sus amigos y les dijo:

- “Acordate de lavarte las manos después de jugar, chicos. Nunca se sabe quién puede estar mirando...”

Mateo, divertido con la advertencia de Sofía, contestó:

- “¿Quién va a estar mirando? ¡Eso es una locura! La bacteria no existe.”

Juan, que era un poco más curioso, añadió:

- “Puede que tenga razón Sofía. Mi mamá siempre dice que debemos lavarnos las manos. ¡Quizás es importante! ”

Sofía sonrió y dijo:

- “Solo intenten no olvidarse. ¡Vengan! ¡Es mi turno de esconderme! ”

Mientras Sofía se tapaba los ojos, la Terrible Bacteria, que observaba desde la sombra de un árbol, decidió que era el momento perfecto para jugar sucio. Se acercó a Mateo y Juan, que estaban correteando y riendo, y les susurró:

- “¡Hola, amiguitos! Soy la Terrible Bacteria, ¡y me encantan las manos sucias! ¿Te gustaría jugar conmigo? ”

Mateo, al escuchar la voz misteriosa, se detuvo y miró a su alrededor.

- “¿Quién eres? ¿Te conocemos? ”

La bacteria, emocionada por la atención, decidió mostrarse con una forma asquerosa, llena de colores extraños.

- “¡Soy la mejor jugadora! Si no te lavas las manos, ¡puedes tenerme como amigo! ”

Juan, asustado, dijo:

- “¡Rápido! ¡Sofía, ven aquí! ”

Sofía se acercó rápidamente y al ver a la bacteria, puso los ojos en blanco.

- “¡Claro que no! Nunca querría una amiga así. ¡Es importante lavarse las manos después de jugar! ”

La bacteria, furiosa por ser rechazada, empezó a reirse.

- “¡Pero yo soy muy divertida! Vean, ¡puedo hacer que se sientan súper bien sin lavarse las manos! ”

Mateo, todavía intrigado, empezó a considerar la propuesta de la bacteria.

- “Quizás no sea tan mala…”

Pero Juan no estaba convencido.

- “No se dejen engañar, ¡la bacteria quiere que nos enfermemos! Siempre hay que lavarse las manos.”

Sofía, decidida a demostrar su punto, tuvo una idea brillante. Miró fijamente a la bacteria y dijo:

- “Si realmente crees que tienes habilidades mágicas, ¡hace algo impresionante! Haz que un grupo de niños se rían y se diviertan sin ensuciarnos.”

La bacteria, deseosa de impresionar, empezó a hacer trucos tontos: volteretas, risas burbujeantes y hasta algunas canciones pegajosas.

- “¡Miren lo que puedo hacer! ”

Pero los niños, llenos de alegría y astucia, tomaron su oportunidad.

- “¡Lavémonos las manos y luego podemos jugar también! ” - propuso Sofía.

Los tres amigos corrieron a un grifo cercano, llenando sus manos con agua y jabón. La Terrible Bacteria intentó seguirlos, pero al acercarse al agua, comenzó a encogerse. Los chicos se reían mientras el agua la arrastraba lejos.

- “¿Qué está pasando? ” - gritó la bacteria, que ahora se tornaba cada vez más pequeña y débil.

- “Estamos haciendo magia también. ¡Con manos limpias, somos invencibles! ” - dijo Juan, mientras enjabonaban sus manos con más fuerza.

Al terminar, miraron hacia la bacteria, que ahora apenas era un pequeño bultito verde y resbaladizo.

- “¡Nunca más nos atrapará! ” - exclamó Mateo con voz segura.

Sofía se acercó a la pequeña bacteria, que estaba a punto de desaparecer.

- “Aprendé que la verdadera diversión viene junto con las manos limpias. Siempre tendrás más amigos si sabés cuidar de tu salud.”

Así, la Terrible Bacteria fue llevada por el agua al río, donde aprendió que los niños preferían jugar limpios y felices, que enfermos y sucios. Desde ese día, nunca más volvió a acercarse a San Manos.

Los chicos terminaron la tarde riendo y jugando a la pelota.

- “¡Vamos a jugar a lo que más nos gusta, pero siempre manos limpias! ” - dijo Sofía.

Y así los niños de San Manos aprendieron una valiosa lección: lavarse las manos no solo es divertido sino que los protege de travesuras terribles. ¡Y siempre tenían espacio para la diversión y la amistad!

Fin.

FIN.

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