La Aventura de las Rocas Mágicas
Había una vez un jardín mágico donde vivía una abuela amorosa y su nieto, Tomás. El jardín estaba lleno de flores hermosas, árboles frutales y pájaros cantores.
Pero lo más destacado del jardín era el pequeño duende travieso llamado Tito, quien vivía en una casa construida debajo de un árbol. Tito era muy divertido pero también un poco revoltoso.
A menudo se metía en problemas al hacer desaparecer objetos de la casa de la abuela o al construir cohetes que causaban estragos en el jardín. Sin embargo, a pesar de sus travesuras, todos los habitantes del jardín lo querían mucho.
Un día, mientras jugaba con su amiga la mariposa de colores llamada Ana, Tito notó que Tomás estaba asustado por algo que había visto en el bosque cercano. La abuela intentó tranquilizarlo diciéndole que no había nada que temer, pero Tomás seguía preocupado.
Fue entonces cuando Ana tuvo una idea brillante: fabricar rocas mágicas para quitarle el miedo a Tomás. Las rocas eran pequeñas y brillantes, y emitían una luz cálida y reconfortante. Tomás tomó las rocas entre sus manos y sintió como su miedo disminuía gradualmente hasta desaparecer por completo.
Tito quedó impresionado por el poder mágico de las rocas e inmediatamente supo que tenía que compartir ese don con otros habitantes del jardín. Así comenzó la aventura emocionante para Tito y Ana de repartir las rocas mágicas por todo el jardín.
Cada vez que encontraban a alguien con miedo, les entregaban una roca y los ayudaban a superar sus temores. Pero la alegría no duró mucho tiempo.
Un día, mientras Tito y Ana estaban repartiendo las rocas, se toparon con un grupo de insectos malvados que intentaron arrebatarles las piedras mágicas. Tito y Ana lucharon valientemente para proteger su tesoro, pero parecía que los insectos eran demasiado fuertes.
Justo cuando pensaban que todo estaba perdido, apareció Tomás con su slingshot en mano. Con gran habilidad logró ahuyentar a los insectos malvados y salvar las rocas mágicas. Después de esta aventura emocionante, todos aprendieron una lección importante: siempre hay que enfrentar nuestros miedos para poder superarlos.
Además, descubrieron lo valioso que es tener amigos verdaderos dispuestos a ayudarnos en momentos difíciles. Desde ese día en adelante, el jardín se convirtió en un lugar aún más especial gracias al amor y la amistad entre sus habitantes.
Y Tito continuó siendo un duende travieso pero ahora también era conocido como el protector del jardín gracias a su nobleza y coraje.
FIN.