La Aventura de las Semillitas



Había una vez en un pequeño jardín lleno de colores, un grupo de semillitas que soñaban con convertirse en hermosas plantas. Eran tres en especial: la semillita de girasol, la de tomate y la de calabaza.

Un día, mientras charlaban en la tierra, la semillita de girasol dijo:

"¡Quiero ser alta y mirar al sol!"

La semillita de tomate respondió:

"Y yo quiero dar unos tomates deliciosos para todos los niños del barrio."

La semillita de calabaza también tenía un sueño:

"¡Quiero crecer grande y fuerte, y dar calabazas enormes!"

Un buen día, llegó la amiga de las semillitas, una linda niña llamada Lila. Ella vio a las semillitas y les dijo:

"Voy a cuidarlas con mucho amor!"

Así que Lila empezó a regar las semillitas todos los días y les hablaba con dulzura:

"Crezcan, pequeñitas, yo les estoy cuidando."

Las semillitas se sintieron felices y empezaron a crecer. Pero un día, una nube oscura se acercó al jardín. Era una tormenta. Las semillitas temían perder todo lo que habían construido.

"¡Ay, no! ¿Qué pasará con nosotras?" - gritó la semillita de calabaza.

Lila, al ver el cielo oscuro, decidió proteger a sus amigas. Corrió al jardín y cubrió a las semillitas con hojas grandes.

"No se preocupen, amigas, ¡aquí estoy yo!" - les dijo Lila con una sonrisa.

La tormenta pasó, y cuando salió el sol, las semillitas estaban sanas y salvas. Lila saltó de alegría:

"¡Lo logramos! Ahora sigan creciendo, yo siempre estaré aquí para ayudarles."

Poco a poco, las semillitas crecieron y se convirtieron en plantas hermosas. El girasol medía más de un metro, el tomate comenzó a florecer y la calabaza creció tan grande que Lila la usó como asiento.

Finalmente, llegó el día de la cosecha. Lila invitó a todos los niños del barrio a disfrutar de lo que habían sembrado.

"Miren, ¡los girasoles son enormes!" - exclamó uno de los niños.

"Y estos tomates son los más ricos que nunca probé!" - dijo otro.

"¡Y la calabaza, qué grande! Vamos a hacer un juego con ella!" - gritaron todos.

Lila y los niños se divirtieron tanto, riendo y jugando. La amistad y el cuidado de Lila habían hecho realidad los sueños de las semillitas. Desde ese día, cada vez que veían florecer algo, recordaban lo importante que era cuidar y proteger a quienes se querían.

Y así, el jardín se llenó de risas y flores, y todos vivieron felices, aprendiendo juntos a cuidar la naturaleza.

FIN.

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