La Aventura de Leo el León y Rati el Ratón



Era una hermosa mañana en la selva. Los rayos del sol iluminaban la frondosidad de las hojas y se escuchaban los cantos de los pájaros. En esta selva vivían dos grandes amigos: Leo el León, un rey majestuoso, y Rati el Ratón, un pequeño roedor con un gran corazón.

"¡Buenos días, Rati!", saludó Leo con su voz profunda.

"¡Buenos días, Leo! Hoy tengo una idea brillante. ¿Qué tal si hacemos un picnic y luego exploramos el bosque?" respondió Rati emocionado.

Leo sonrió, le encantaba la idea. Juntos empacaron algunas frutas frescas y setas del bosque. Pero antes de que se aventuraran, Rati se dio cuenta de que necesitaban un mapa para no perderse.

"¿Tendremos un mapa de la selva?", preguntó Rati.

"Hmm… creo que lo podemos dibujar entre los dos. ¿Qué te parece?", sugirió Leo.

Los dos amigos se sentaron sobre una roca y comenzaron a trazar un mapa. Con su creatividad, dibujaron ríos, colinas y los lugares que querían visitar.

Una vez listo, se despidieron de su hogar y se adentraron en la aventura. Caminaron y caminaron, disfrutando del sol y de su compañía. Rati señalaba cada pequeña maravilla que encontraban, un colorido pájaro, una flor brillante.

"¡Mirá Leo!"," ¡Esa flor parece un arcoíris!" exclamó Rati.

"Sí, ¡es como un regalo de la naturaleza!" dijo Leo.

Después de varias horas de diversión, decidieron hacer su picnic. Se sentaron bajo un árbol grande y repartieron las frutas. Satisfechos, Rati se estiró.

"Esto es perfecto, Leo. Pero, ¿cómo regresamos a casa?", preguntó Rati.

"No te preocupes, tenemos el mapa que hicimos. Solo debemos seguirlo al revés", respondió Leo seguro.

De repente, una nube oscura cubrió el sol.

"Parece que se va a poner a llover", dijo Rati, mirando hacia el cielo.

Leo se preocupó; sabía que la lluvia podría complicar el camino de regreso.

"Debemos apurarnos", dijo Leo mientras guardaba las frutas. Sin embargo, al intentar moverse, Leo se dio cuenta de que su pata había quedado atrapada en una trampa para animales.

"¡Oh no!" gritó Leo. "¡Ayúdame, Rati!"

"No te preocupes, amigo, encontraremos una forma de liberarte", respondió Rati con determinación.

Rati miró a su alrededor, buscando algo que pueda ayudar a Leo. Su mirada se dirigió a los árboles y encontró una rama larga.

"Esto puede servir. ¡Voy a intentar usarla para mover el mecanismo!", dijo con espíritu.

Rati se acercó y empezó a empujar la trampa con toda su fuerza. El esfuerzo era grande, pero Rati no se rindió.

"¡Vamos, Rati! ¡Tú puedes!", alentó Leo desde su trampa. Justo cuando parecía que Rati no podría, hizo un último empujón y la trampa se liberó.

"¡Lo logré!", gritó Rati, emocionado.

"¡Eres increíble, Rati! Gracias por tu valentía", dijo Leo mientras se levantaba con cuidado. Sin embargo, el cielo comenzó a oscurecerse más, y la lluvia empezó a caer sobre ellos.

"¡Tenemos que volver ya!", dijo Leo.

"Sigamos el mapa, juntos encontraremos el camino", respondió Rati.

Corrieron bajo la lluvia, siguiendo el mapa. La selva se veía diferente ahora, con el agua brillando en cada hoja. Pero de pronto, Leo se detuvo.

"Rati, creo que nos hemos perdido. No recuerdo este lugar", dijo angustiado.

"No te preocupes. Si seguimos buscando, encontraremos algo conocido", lo tranquilizó Rati.

Justo cuando estaban a punto de rendirse, Rati miró hacia adelante y vio el gran roble donde siempre jugaban de pequeños.

"¡Mirá, Leo! ¡Ese es nuestro árbol!", gritó Rati feliz.

"¡Vamos!", exclamó Leo, corriendo hacia allí.

Finalmente, encontraron el camino que los llevó de regreso a casa. Empapados y cansados, pero muy contentos.

"¡Lo hicimos Rati!", dijo Leo al llegar.

"Sí, juntos podemos lograr cualquier cosa", replicó Rati con una sonrisa.

Refugiados en su hogar, ambos se secaron y compartieron un último alimento juntos.

"Fue una gran aventura. Aprendí que aunque se presenten dificultades, la amistad siempre nos ayudará a encontrar el camino", reflexionó Leo.

"Y también que todos, sin importar su tamaño, pueden ser valientes y hacer grandes cosas", agregó Rati.

Los dos amigos rieron, celebrando no solo su amistad, sino también su capacidad de enfrentar juntos cualquier situación. Desde ese día, con cada nuevo amanecer, sus corazones estaban preparados para nuevas aventuras, siempre recordando que juntos eran invencibles.

Y así concluyeron sus días en la selva, siempre listos para lo que venga, pero seguros de que la clave está en la amistad y el trabajo en equipo.

FIN.

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