La Aventura de Leo sin Luz
Era un día como cualquier otro para Leo, un niño de diez años que siempre estaba muy ocupado con sus tareas escolares y sus proyectos. Se había pasado toda la tarde en la escuela pensando en todas las cosas que tenía que hacer para ese día: terminar un trabajo sobre los planetas y preparar un dibujo para el concurso de arte de la semana siguiente.
Cuando finalmente llegó a su casa, muy ajorado y nervioso, Leo abrió la puerta y -
- ¡Mamá! -gritó- ¡Ya llegué!
Pero no recibió respuesta. Se dirigió rápidamente a su habitación, y al encender la luz, se dio cuenta de que no había energía eléctrica. -
- Oh no, ¿qué voy a hacer sin luz? -exclamó, sintiendo que su corazón latía más rápido.
Miró a su alrededor y se dio cuenta de que no podía encender su computadora ni utilizar su lámpara. Se sentó en su escritorio, tratando de recordar todo lo que había aprendido sobre los planetas. La presión de tener que terminar todo lo abrumaba. -
- ¿Y ahora qué? -suspiró, sintiéndose desalentado.
Pero de repente, algo brillante llamó su atención. Era un pequeño libro que su abuela le había regalado. Se titula "Aventuras en la oscuridad". Leo lo abrió lentamente, y comenzó a leer sobre un pequeño niño que, así como él, se había perdido en la oscuridad y había encontrado un mundo lleno de cosas increíbles. Curioso, Leo se sintió inspirado.
- Si este niño pudo encontrar magia en la oscuridad -pensó- ¿por qué no yo?
Así que decidió salir y aventurarse por su casa. En lugar de dejarse desanimar por la falta de luz, decidió buscar su propia aventura. Primero, fue al jardín. Ahí se dio cuenta de que, aunque no había luz eléctrica, la naturaleza tenía su propio tipo de luz. Las luciérnagas comenzaron a brillar sobre él. -
- ¡Mirá! -gritó Leo. - ¡Ellas sí saben cómo iluminar!
Se sentó en el césped y comenzó a dibujar las luciérnagas en su cuaderno. Mientras dibujaba, recordó que durante la clase de arte su profesor les había enseñado a observar las sombras. -
- Claro, ¡también puedo hacer sombras! -exclamó Leo, sintiéndose más emocionado.
Regresó a su habitación y comenzó a jugar con su linterna, creando sombras de sus juguetes en la pared. Hizo figuras de dinosaurios, muñecos, y personajes que había inventado. -
- ¡Esto es más divertido de lo que pensé! -se rió.
Con cada rayo de luz que proyectaba, su creatividad crecía. Luego decidió que podía combinar las sombras con algo de música. Buscó su pequeño tambor, lo puso sobre su cama y empezó a tocar. -
- ¡Voy a hacer un espectáculo de sombras y música! -se dijo.
Así fue como Leo pasó la tarde. Creó un maravilloso show de sombras, y una melodía que lo acompañaba. Cuando su mamá regresó a casa, se encontró con un Leo feliz.
- ¿Qué estás haciendo, cariño? -preguntó su mamá, sorprendida por lo que veía.
- ¡Es un espectáculo de sombras, mamá! -dijo Leo emocionado. - No lo podía hacer con la luz eléctrica, así que usé mi imaginación y creé todo esto.
Su mamá se sentó y disfrutó del espectáculo de su hijo. Cuando terminó, su mamá lo abrazó. -
- Estoy tan orgullosa de ti, Leo. A veces la falta de luz nos muestra lo que realmente somos capaces de hacer.
Finalmente, la luz volvió a encenderse justo antes de la cena. Leo miró a su mamá y sonrió. -
- Creo que de ahora en más, cada vez que no haya luz, puedo encontrar una nueva aventura.
Desde ese día, Leo nunca más volvió a sentir miedo ante la oscuridad, sino que la veía como una oportunidad para descubrir algo nuevo y divertido. Así fue como aprendió que la creatividad y la imaginación a veces brillan más que cualquier bombilla.
FIN.