La Aventura de Leo y el Poder de la Amistad



Había una vez un niño llamado Leo, que vivía en un pequeño barrio de Buenos Aires. Leo era un niño muy inteligente y creativo, pero tenía un gran problema: no sabía cómo ser amable con sus compañeros. A menudo, era grosero y desobediente en clase. Cuando la maestra, la Señorita Marta, le pedía que prestara atención o que hiciera su tarea, Leo se tiraba al suelo y cruzaba los brazos, haciendo que todos lo miraran con sorpresa.

Un día, la Señorita Marta había planeado una actividad muy especial para fomentar la amistad entre los alumnos. -“Hoy vamos a formar equipos de trabajo para crear la ciudad de nuestros sueños,”- explicó emocionada, mientras los niños comenzaban a murmurar entusiasmados. Leo, sin embargo, no estaba interesado.

- “No quiero hacer eso,”- gritó Leo, haciendo una mueca.

Los demás niños se miraron, un poco atemorizados por su actitud. La Señorita Marta, en vez de enojarse, se acercó a Leo y le dijo con calma, -“¿Y qué te gustaría hacer en lugar de eso? ”-

- “No sé… ¡Nada! ”- respondió Leo, dejándose caer al suelo.

La maestra pensó que tal vez necesitaba un enfoque diferente. -“Leo, ¿qué tal si venís a ayudarme a inventar una historia para la ciudad de los sueños? Podés ser nuestro arquitecto principal,”- le propuso. El niño, algo intrigado, levantó la cabeza.

- “¿Arquitecto? No sé cómo hacer eso,”- dijo Leo, dudando de sí mismo.

La maestra sonrió. -“No te preocupes, yo estaré aquí para ayudarte. Como arquitecto, podrás diseñar casas, parques y escuelas. ¡Tu creatividad será fundamental! ”- Leo pareció considerar la idea.

Mientras tanto, sus compañeros comenzaron a formar equipos, hablando sobre qué tipo de edificios querían. El grupo de Valentina, una de sus compañeras, decidió que querían un parque lleno de juegos. -“Vamos, Leo, vení a diseñar con nosotros,”- lo llamó. Pero Leo volvió a hacer una mueca.

- “No quiero,”- refunfuñó. Sin embargo, algo dentro de él comenzó a cambiar. Observando a sus compañeros, sintió que se estaba perdiendo de algo divertido.

Decidido a no quedarse afuera, se levantó y se acercó al grupo. -“Bueno, ¿cómo funcionan estas cosas? ”- preguntó Leo. Valentina sonrió. -“¡Bienvenido! Vamos a decidir qué juegos queremos en nuestro parque.”-

Leo, al principio un poco torpe, comenzó a dar ideas: -“Podríamos hacer un tobogán gigante y una fuente para que los chicos puedan jugar.”- Todos se entusiasmaron con sus propuestas, y Leo comenzó a sentirse parte del equipo.

Con el paso del tiempo, Leo se dio cuenta que trabajar en grupo no era tan malo como pensaba. Aprendió a escuchar las ideas de los demás y a respetar sus opiniones. La Señorita Marta observaba con alegría el cambio en Leo; su actitud había mejorado notablemente.

Cuando llegó el momento de presentar la ciudad de los sueños, Leo se sintió nervioso pero emocionado. -“¡Estamos listos! ”- gritó Valentina.

Al subir al escenario, Leo tomó la palabra. -“Nosotros creamos el mejor parque, con juegos increíbles, un lugar donde todos pueden divertirse. Gracias a mis compañeros por ayudarme a diseñar esto,”- dijo, sonriendo.

Los aplausos resonaron en el salón y Leo sintió una calidez en su pecho. Se dio cuenta de que ser amable y colaborar con otros no solo le traía diversión, sino que también hacía que los demás se sintieran bien.

A partir de ese día, Leo se convirtió en un niño más respetuoso. Aunque a veces esa parte grosera todavía asomaba, aprendió que había un poder en la amistad y la amabilidad, y que, si bien podía ser loco y creativo, no había mejor forma de disfrutar que con los demás.

La Señorita Marta observó orgullosa cómo Leo había cambiado, creando un ambiente más unido y lleno de risas. ¡Era una historia que todos recordarían! Al final, aprendió que ser parte de un equipo era mucho más divertido que hacerlo solo y que la amistad se construye con respeto y comprensión.

Desde entonces, Leo nunca más se tiró al suelo en clase y siempre estaba listo para ayudar y crear cosas maravillosas con sus amigos.

FIN.

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