La Aventura de Leo y la Estrella Fugaz



En un pequeño pueblo llamado Estrellita, había un niño llamado Leo que soñaba con volar. Desde muy chico, se pasaba horas mirando al cielo y viendo cómo las aves surcaban las nubes.

Un día, mientras jugaba en su patio, vio algo brillante caer del cielo. -¡Mirá, un meteoro! - exclamó Leo con emoción. Se acercó corriendo y descubrió que era una estrella fugaz, pero estaba atrapada en una rama de un árbol.

-¡Hola! Soy Estrellita, la estrella fugaz! -dijo la estrella con una voz dulce.

-¡No puedo creerlo! -gritó Leo- ¿Por qué estás aquí?

-Estaba viajando por el cielo, pero me detuve un momento y me quedé atrapada. Necesito que me ayudes a volver a volar.

-¡Pero, ¿cómo puedo ayudarte? No puedo volar! -respondió Leo, algo desanimado.

-Entonces, vamos a hacerlo juntos. ¿Qué tal si haces un planeador? -sugirió Estrellita.

Leo iluminó su rostro ante la idea. -¡Buena idea! Pero, ¿dónde consigamos materiales?

La estrella respondió: -Mira a tu alrededor. Hay cosas que quizás no has notado. Comencemos en tu casa.

Leo fue al cobertizo y encontró una tabla de madera, unas cuerdas viejas y un par de botellas vacías de plástico. Con cada pieza, chocaban ideas e imaginaban su planeador. Finalmente, tras unas horas de trabajo, estaban listos para intentar el primer vuelo.

-¿Estás listo? -preguntó Leo, un poco nervioso.

-Sí, pero necesitas ponerme en la punta del planeador, así podré guiarte -respondió Estrellita.

Leo la colocó en la cima y subió al planeador. Al principio, no logró despegar. -¡No puedo hacerlo! -se quejó.

-¡No te rindas, Leo! -dijo Estrellita-. Recuerda que todo gran piloto ha fallado muchas veces. Permíteme guiarte.

Repitió su intento, esta vez corrió más rápido. ¡Y justo cuando estaba a punto de caer, el viento sopló fuerte! El planeador se elevó por unos segundos antes de aterrizar torpemente en la hierba. -¡Lo hice! ¡Vuelvo a intentarlo! -gritó Leo.

Leo y Estrellita continuaron perfeccionando su técnica durante días. Cada día mejoraban, pero un día, mientras practicaban, una tormenta se desató de repente. Estrellita, asustada, dijo:

-¡Leo, debemos llevarme a un lugar seguro!

Leo miró a su alrededor y sus ojos se iluminaron. -¡El gran roble! ¡Allí estarás a salvo!

Corrieron rápidamente hacia el roble gigante. Estrellita se sintió más segura, pero el viento comenzó a soplar con mucha fuerza. -¡No puedo soportar esto! -gritó, temblando.

-¡Espera! -dijo Leo- Toma mis manos y respira profundo. -Le hablaba con calma. Estrellita cerró los ojos y respiró profundamente. En el corazón de la tormenta, logró relajarse.

Cuando la tormenta pasó, el cielo se despejó y una luz brillante apareció. -Gracias, Leo. Me enseñaste que a veces los momentos de miedo pueden volverse hermosos si aprendemos a controlarlos.

-¡Sabía que podías hacerlo! -Leo sonrió, sintiéndose orgulloso de su amiga.

Una noche, después de muchas aventuras, Estrellita dijo: -Ahora que hemos logrado muchas cosas, estoy lista para volver a volar. -¿Y cómo lo harás? -preguntó Leo.

-Usaremos tu planeador para propulsarme hacia el cielo, pero necesita un empujón fuerte. -dijo Estrellita.

-¡Soy todo oídos! -dijo Leo- ¿Qué tengo que hacer?

-Contemos hasta tres y tú me empujarás mientras yo brillo. ¿Listo? -preguntó emocionada.

-Sí, voy a contar. ¡Uno, dos, tres...! -En ese instante, Leo empujó y Estrellita despegó surcando los cielos, brillando como nunca.

-¡Lo logré! -gritó la estrella felices en lo alto.

Leo aplaudió mientras miraba a su amiga brillar en el cielo. -¡Eres una verdadera estrella, Estrellita!

Desde aquel día, Fueron inseparables. Leo aprendió que los sueños se alcanzan con esfuerzo y que nunca está solo cuando tiene amigos. Cuando miraba al cielo, ya no eran solo aves los que volaban. Ahora conocía su amiga que brillaba más que nunca.

Y así, Leo y Estrellita siguieron soñando juntos, sabiendo que lo que realmente importa es nunca rendirse y siempre buscar el apoyo de quienes amamos.

FIN.

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