La Aventura de Leo y sus Amigos



En un hermoso campo lleno de flores de colores brillantes, vivía un león llamado Leo. Leo era muy curioso y siempre deseaba jugar y explorar los alrededores. Un día soleado, decidió invitar a sus amigos: un perro llamado Max, un lobo llamado Luki y una pastelera tortuga llamada Torti. "¡Vamos a jugar cerca del arroyo!"-, propuso Leo emocionado.

Todos estuvieron de acuerdo, así que se pusieron en marcha, corriendo entre la hierba y salteando charcos. Cuando llegaron al arroyo, el agua brillaba bajo el sol y había muchas piedras y troncos para saltar. Los amigos comenzaron a jugar, haciendo saltos y carreras. "¡A ver quién atraviesa el arroyo primero!"-, desafió Max. Todos compitieron, aunque Torti tenía un poco de dificultad por su lentitud.

De repente, mientras los demás jugaban, Luki, el lobo, se asomó hacia un arbusto y dijo: "¡Miren esto!"-. Cuando se acercaron, descubrieron que había un pequeño pato atrapado entre las ramas. "¡Oh no!"-, exclamó Leo. "¿Qué haremos?"-

"Destrabarlo no moviendo las ramas nos puede ayudar"-, sugirió Torti. Pero, aun así, el pato seguía sin poder liberarse. "Voy a intentar empujarlo con mi nariz", dijo Leo. Se acercó con mucho cuidado y, con esfuerzo, empujó al pato, que finalmente logró liberarse. "Gracias, amigos", grazó el pato, muy aliviado.

"Siempre hay que ayudar a los que lo necesitan", dijo Luki sonriendo. Entonces Leo pensó que, si bien jugar era divertido, ayudar a alguien podía ser igual de gratificante. Sin embargo, mientras charlaban, el cielo se nubló rápidamente y comenzó una tormenta repentina. "¡Debemos encontrar refugio!"-, gritó Max. Todos corrieron hacia un gran árbol, donde encontraron un lugar seguro.

Mientras esperaban a que pasara la tormenta, Leo se sintió preocupado. "¿Qué pasará si no podemos volver a casa?"- preguntó. Torti, que siempre era calmada, respondió: "Tranquilo, Leo, las tormentas no duran para siempre. A veces, hay que ser pacientes y encontrar la manera de salir"-. Pasaron los minutos y se dieron cuenta de que el agua comenzaba a acumularse, formando pequeños riachuelos. "¡Miren! Tanta agua nos da la oportunidad de aprender!"-, dijo Luki. "Podemos saltar sobre los charcos después de la tormenta."- Todos se sintieron más aliviados y comenzaron a contar historias, reír y disfrutar de la compañía mientras la lluvia caía.

Finalmente, la tormenta terminó. El sol comenzó a brillar nuevamente y el aire estaba fresco. Cuando salieron del refugio, se sorprendieron al ver cómo el campo se había transformado. "¡Miren cuántas flores han brotado!"-, exclamó Leo. "Es como si la lluvia hubiera hecho magia!"-

Emprendieron un nuevo juego entre las coloridas flores que habían florecido. Leo se dio cuenta de que incluso en la tormenta había una razón para sonreír y que siempre había una oportunidad para aprender, ayudar y disfrutar de la vida. Esa aventura quedaría en sus corazones. Así, el lobo, el perro, el león y la tortuga volvieron a casa felices, listos para contar cómo había sido su día lleno de sorpresas y enseñanzas. Y a partir de ese día, no solo jugaron juntos, sino que también aprendieron a ser un equipo y a ayudarse mutuamente siempre que alguien lo necesitara.

"¡Viva la amistad!"-, gritaron al unísono, sintiéndose más unidos que nunca.

FIN.

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