La Aventura de Lía y el Dragón Amistoso



En un pequeño pueblo rodeado de montañas, vivía una niña llamada Lía. Era conocida por su curiosidad y su gran corazón. Todos los días, después de clases, Lía exploraba el bosque cercano, imaginando historias de criaturas mágicas. Un día soleado, mientras recorría un sendero, escuchó un sonido extraño. Intrigada, se acercó y encontró a un dragón con escamas verdes brillantes atrapado debajo de una rama caída.

"¡Ayuda!" - gritó el dragón con una voz temblorosa.

Lía, aunque sorprendida, no dudó en acercarse.

"No te preocupes, voy a ayudarte" - dijo con determinación.

Usando toda su fuerza, levantó la rama y liberó al dragón. Este, que se llamaba Groo, se estiró y sonrió agradecido.

"¡Gracias, pequeña! No sé cómo puedo pagarte por esto" - dijo Groo, sus ojos brillando con alegría.

Sin embargo, en ese mismo momento, Lía recordó los cuentos que había escuchado sobre dragones, que los pintaban como criaturas ferozmente peligrosas. Sin dejar que el miedo la dominara, decidió hablar con Groo.

"Primero, tengo que pedirte algo. ¿Por qué estabas atrapado aquí? ¿Te gustaría ser mi amigo?" - preguntó Lía con voz firme pero amable.

"Soy diferente a los demás dragones, no quiero hacer daño. Solo busco un lugar donde sentirme aceptado. A menudo, me alejan por mi apariencia" - respondió Groo, con tristeza.

Lía sintió una punzada de empatía en su corazón. Recordó momentos en los que se sintió excluida por no encajar.

"Yo también a veces me siento así. Pero podemos ayudarnos mutuamente" - sugirió Lía.

Groo la miró sorprendido.

"¿De verdad? Pero soy un dragón y tú... eres solo una niña".

"Eso no importa. Todos merecemos amistades, ¿no?" - aseguró Lía.

Decidieron pasar el día juntos. Lía le mostró a Groo su lugar favorito en el bosque, un pequeño lago donde los patos nadaban felices. Groo se divirtió intentando imitar a los patos, salpicando agua con su cola. Rieron y compartieron historias sobre sus vidas. Sin embargo, el anochecer trajo consigo el temor. Los aldeanos comenzaron a buscar a Lía, preocupados.

"Debo irme, mis amigos se están preocupando por mí" - dijo Lía, con preocupación.

"Pero ¿y si ven a un dragón? ¡Ellos me tienen miedo!" - respondió Groo, asustado.

Lía pensó rápido.

"Los ayudaré a entender que sos un dragón amistoso. Tengo una idea, ¡y juntos lo haremos!" - exclamó.

Esa noche, Lía reunió a todos en la plaza del pueblo. Se plantó frente a ellos y, con voz clara, dijo:

"Amigos, quiero presentarles a Groo. Es un dragón, pero es mi amigo y no quiere hacerles daño. ¡Prometeme que lo conocen!".

Los aldeanos se quedaron en silencio, algunos asustados y otros curiosos. Groo asomó su cabeza de detrás de un árbol.

"Hola, soy Groo. No tengo intenciones de hacerles mal. Solo quiero ser parte de este lugar" - explicó con voz suave.

Al principio, hubo murmullos de desconfianza. Sin embargo, Lía tomó valor y continuó:

"Piensen en lo que sienten cuando los excluyen. Groo también es un ser que solo busca pertenecer. Les pido, por favor, que le den una oportunidad".

Finalmente, un coetáneo de Lía, Tomás, dio el primer paso.

"Si él nos ayuda como Lía dice, entonces podríamos intentarlo. Después de todo, todos merecemos una oportunidad" - propuso.

Con nervios pero decididos, los niños se acercaron a Groo. Jugaron, compartieron dulces y aprendieron a hacer volar cometas juntos. La alegría de la aceptación llenó el aire.

Esa noche, mientras el cielo se llenaba de estrellas y risas, Lía se sintió plena.

"Ves, Groo. Lo que más podemos ofrecer a otros es comprenderlos y ser asertivos sobre lo que sentimos" - le dijo.

"¡Sí! Y gracias a tí, por demostrarme que no tengo que asustarme por lo que soy" - respondió Groo contento.

Desde entonces, Groo vivió en el pueblo, y Lía aprendió que la empatía y la asertividad pueden transformar vidas. Y así, juntos, demostraron que la amistad podía derribar cualquier barrera.

FIN.

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