La Aventura de Lila en el Espacio



Una vez, en un pequeño barrio de Buenos Aires, vivía una niña llamada Lila. Ella tenía una curiosidad enorme por el universo y pasaba horas mirando hacia el cielo estrellado desde la ventana de su habitación. Un día, mientras dibujaba planetas en su cuaderno, algo mágico sucedió: su dibujo comenzó a brillar y de repente un cohete espacial apareció frente a ella.

- ¡Hola, Lila! - dijo el cohete, que tenía una voz suave y amistosa. - Soy Rayo, y he venido a invitarte a un viaje especial por el sistema solar. ¿Estás lista?

Lila, con los ojos brillantes, respondió:

- ¡Sí! ¡Estoy lista!

Rayo extendió una compuerta y Lila subió al cohete, que despegó rápidamente. En un instante, estaban volando entre las estrellas. Lila miraba por la ventanilla, maravillada por lo que veía.

- Primero vamos a visitar a Mercurio, el planeta más cercano al sol - dijo Rayo.

Cuando llegaron, Lila se dio cuenta de que Mercurio era un lugar muy caliente y rocoso.

- ¡Es un lugar tan soleado! - exclamó Lila. - Aquí no hay agua, ¿verdad?

- Exacto - respondió Rayo. - Ahora volamos a Venus, que es muy diferente.

Al llegar a Venus, Lila vio que el planeta estaba cubierto de nubes densas.

- ¿Por qué está tan nublado? - preguntó Lila.

- Las nubes están llenas de ácido - explicó Rayo. - Pero vamos rápido a la Tierra, donde vivimos.

Cuando llegaron a la Tierra, Lila se sintió como en casa.

- ¡Mirá cuántos océanos y árboles hay! - dijo, sonriendo. - ¡Es tan hermoso!

- Ahora vamos a Marte - dijo Rayo, mientras el cohete se preparaba para despegar de nuevo.

Marte era un lugar rojo y polvoriento, y Lila observó sorprendida los grandes volcanes y los valles profundos.

- ¡Parece un desierto gigante! - observó Lila. - ¿Hay vida aquí?

- No hay vida como la tuya, pero hay rocas curiosas que estudian los científicos - respondió Rayo. - Ahora a Júpiter, el gigante del sistema solar.

Cuando llegaron, Lila se sintió pequeña al ver la inmensidad del planeta y sus enormes tormentas.

- ¡Se ven nubes de colores! - exclamó.

- Sí - sonrió Rayo. - Son grandes tormentas de gas. Ahora vamos a visitar a Saturno, con sus hermosos anillos.

Lila estaba fascinada con los anillos brillantes.

- ¡Son como un enorme collar! - dijo, maravillada. - ¿De qué están hechos?

- Están hechos de hielo y rocas - respondió Rayo. - Ahora bien, a Urano y Neptuno, los más lejanos del sol.

Al ver estos planetas azul y helado, Lila comprendió que cada planeta era único y especial.

- ¡Me gustaría conocer a un extraterrestre! - comentó Lila, soñadora.

- Quizás algún día - señaló Rayo. - Cada lugar en el universo tiene sus propios misterios.

Después de visitar todos los planetas, Rayo condujo el cohete de regreso a casa. Lila sonreía, llena de ideas y sueños.

- ¿Puede ser que aún hay más por descubrir en el universo? - preguntó emocionada.

- ¡Siempre hay más! - respondió Rayo. - El universo es infinito y siempre habrá cosas nuevas para aprender.

Cuando regresaron a la Tierra, Rayo le dijo:

- Gracias por acompañarme en este viaje, Lila. Nunca dejes de explorar y preguntarte sobre el mundo que te rodea.

- ¡Nunca lo haré! - prometió Lila. Con una sonrisa en su rostro, Lila salió del cohete y miró al cielo, sintiendo que el universo entero estaba esperándola.

Así fue como Lila descubrió que la curiosidad es la llave para abrir un mundo lleno de misterios y maravillas.

Y desde ese día, no solo soñó con las estrellas, sino que también empezó a compartir sus descubrimientos y conocimientos con todos sus amigos.

Y aunque Lila sabía que no podía viajar a las estrellas todos los días, siempre llevaba su amor por el universo en su corazón. Siempre lista para aprender un poco más.

FIN.

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