La Aventura de Lila, la Perrita Traviesa
Había una vez, en un pequeño barrio, una perrita llamada Lila. Era muy traviesa y siempre tenía la energía a mil. Lila adoraba correr por el parque y jugar con los niños del vecindario. Sin embargo, su travesura favorita era escabullirse al jardín de la señora Pichón, una anciana que siempre estaba cuidando sus flores.
Un día, mientras Lila jugueteaba con su pelota roja, vio que la puerta del jardín de la señora Pichón estaba entreabierta. "¡Hoy será un gran día para explorar!"- pensó Lila, y con un salto, se coló dentro.
Al llegar, se encontró con una explosión de colores: rosas, margaritas y tulipanes. Lila, llena de alegría, comenzó a correr por entre las flores. Pero en su entusiasmo, tropezó con una maceta y ¡plaf! Las flores volaron por el aire.
Justo en ese momento, la señora Pichón salió de su casa. "¡Ay, no! ¿Qué ha pasado aquí?"- exclamó, mirando a Lila con sorpresa y preocupación. Lila, percatándose de su travesura, se apresuró a esconderse detrás de un arbusto, sus orejitas caídas.
Pero la señora Pichón no se enojó. "No te preocupes, pequeña. A veces, las travesuras traen problemas, pero también podemos aprender de ellas"-, dijo con una sonrisa. Lila salió despacito de su escondite, mirando a la anciana con curiosidad.
"¿Aprender de las travesuras?"- preguntó Lila, inclinando la cabeza. La señora Pichón asintió y le explicó: "Sí, cada error nos enseña algo. Pero primero, deberías ayudarme a recoger las flores que caímos"-.
Lila se sintió un poco culpable pero decidió ayudar. Juntas, empezaron a recoger las flores. Mientras lo hacían, Lila escuchaba las historias de la señora Pichón sobre cada planta. "Esta rosa es especial porque la sembré cuando me mudé aquí. Y estas margaritas crecen fuertes, como la amistad que florece en nuestra vida"-, contaba la anciana.
Lila escuchaba atentamente. Cada historia que le contaba la señora la hacía sentir feliz y, en lugar de pensar en lo que había roto, empezó a disfrutar su compañía.
Después de un rato, terminaron de arreglar el jardín. La señora Pichón le dijo a Lila: "Gracias por ayudarme. A veces, los errores son solo oportunidades para hacer las cosas mejor"-. Lila movió la cola con alegría. "¡Prometo ser más cuidadosa!"-.
Desde ese día, Lila visitaba el jardín de la señora Pichón no solo para jugar, sino también para aprender sobre las plantas y ayudarla a cuidarlas. Lila se volvió parte del jardín. Juntas, crecieron como amigas, compartiendo risas y aventuras, y cada vez que Lila hacía una travesura, sabía que sería un momento de aprendizaje.
Así, la traviesa Lila aprendió que las travesuras pueden llevar a grandes amistades y valiosas lecciones de vida. Y desde ese día, cada vez que corría por el parque, lo hacía cuidando de no arruinar el jardín de su amiga. La perrita traviesa se convirtió en una perrita más sabia y siempre lista para nuevas aventuras.
Y así, la historia de Lila y la señora Pichón nos enseña que, a veces, aprender algo nuevo puede salir de las travesuras más inesperadas.
FIN.