La Aventura de Lila y el Árbol Mágico



En un pequeño pueblo llamado Verdejitos, vivía una niña llamada Lila. Lila era curiosa y soñadora, y siempre pasaba sus tardes explorando el bosque que estaba cerca de su casa. Un día, mientras paseaba, se encontró con un árbol enorme y brillante, cuya corteza resplandecía con colores vibrantes.

- ¡Guau! ¡Mirá qué hermoso es! - exclamó Lila, admirando el árbol.

De repente, el árbol comenzó a hablar.

- Hola, pequeña. Soy el Árbol Mágico, y puedo concederte un deseo si me prometes cuidar de la naturaleza.

Lila no podía creer lo que escuchaba.

- ¡Claro que sí! ¡Deseo poder hablar con los animales del bosque!

- Así será - dijo el Árbol Mágico, y una suave brisa rodeó a Lila.

- Ahora, busca al conejo Rocco, él te guiará.

Con gran emoción, Lila se adentró en el bosque, ansiosa por encontrar a Rocco. Después de un rato, vio un conejo saltando.

- ¡Hola, Rocco! ¡Soy Lila! El Árbol Mágico me envió para hablar contigo.

- ¡Hola! - respondió Rocco, con una voz suave y amistosa. - El Árbol te ha dado un gran regalo. Pero con ese poder, vienen responsabilidades.

Lila asintió, comprendiendo que debía cuidar a los animales y sus hogares. Juntos, comenzaron a explorar el bosque, y Lila se dio cuenta de que los animales tenían muchos problemas. Vio a las ardillas buscando comida, a los pájaros preocupados por un nido que se había caído, y a un ciervo atrapado en un arbusto.

- ¡Debemos ayudarles! - dijo Lila, con determinación.

Rocco sonrió.

- ¡Así se habla, Lila! Vamos a organizarnos. Primero, ayudemos a las ardillas.

Trabajaron juntos, recolectando nueces y frutos, para asegurarse de que tuvieran suficiente comida para el invierno. Luego, Lila y Rocco ayudaron a los pájaros a reconstruir su nido, utilizando ramas y hojas que habían recogido. Finalmente, con mucho cuidado, liberaron al ciervo que estaba atrapado.

- ¡Muchas gracias, Lila! - dijo el ciervo, moviendo su cola con alegría. - Nunca olvidaremos lo que hiciste por nosotros.

Lila se sintió muy feliz al ver a los animales sonriendo y jugando nuevamente. Pero de repente, escucharon un gran ruido. Miraron y vieron que un grupo de personas del pueblo estaba talando árboles cerca.

- ¡Debemos detenerlos! - exclamó Rocco, alarmado.

- No podemos dejar que destruyan nuestras casas.

Lila sabía que habían hecho tanto para ayudar a los animales, pero ahora necesitaban ayuda de los humanos.

- ¡Vamos a hablar con ellos! - propuso Lila, aunque su corazón latía rápido.

Al llegar al lugar donde estaban los hombres talando, Lila respiró hondo y se acercó.

- ¡Hola! - llamó. - ¿Podemos hablar un momento?

Los hombres se detuvieron y la miraron sorprendidos.

- ¿Quién es esta niña? - preguntó uno.

- Soy Lila, y tengo un mensaje muy importante. Los árboles son el hogar de muchos animales. Cuando los talan, los lastiman y los echan de sus casas.

Los hombres se miraron entre sí, un poco avergonzados.

- No nos habíamos dado cuenta - dijo uno de ellos. - Solo pensábamos en hacer espacio para construir.

- Hay muchas maneras de construir sin destruir. - explicó Lila, con valentía. - Podríamos plantar más árboles y cuidar de los que ya están aquí. Los animales también tienen derechos.

Los hombres pensaron en lo que Lila dijo, y finalmente, uno de ellos habló.

- Tienes razón, pequeña. Vamos a replantear nuestro proyecto y buscar otra manera. Gracias por abrirnos los ojos.

Lila sintió una inmensa alegría. Había logrado salvar a los árboles y a sus amigos del bosque.

- ¡Lo hicimos, Rocco! - gritó Lila, abrazando al conejo. - Juntos, somos más fuertes.

- Sí, y ahora hemos ayudado a todos - dijo Rocco, brincando de alegría.

Desde aquel día, Lila se convirtió en la defensora de la naturaleza en Verdejitos. Cada tarde, reunía a sus amigos y los llevaba al bosque para aprender sobre los animales y la importancia de cuidar la tierra. Así, el Árbol Mágico había hecho mucho más que darle un deseo; le había otorgado una misión en su vida.

Y con cada paso que daba, el bosque florecía aún más, lleno de vida, alegría y amor.

FIN.

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