La Aventura de Lila y el Árbol Mágico
Había una vez, en un pequeño pueblo de Argentina, una niña llamada Lila. Era una nena curiosa y aventurera, siempre buscando cosas nuevas por descubrir. Un día, mientras jugaba en el parque, se topó con un árbol enorme con hojas brillantes y ramas que se extendían hacia el cielo.
- ¡Mirá, un árbol gigante! - exclamó Lila, con los ojos relucientes de emoción.
Se acercó al árbol y, para su sorpresa, notó que una de las ramas tenía una puerta pequeña, apenas visible entre las hojas.
- ¡Hola! - dijo una vocecita desde detrás de la puerta. Era una ardilla mágica llamada Chispa. - ¿Te gustaría conocer mi mundo?
Lila, emocionada, asintió con la cabeza.
- ¡Sí, claro! - respondió.
Chispa abrió la puerta y Lila se metió. De repente, se encontró en un bosque lleno de colores y criaturas fantásticas. Había flores que cantaban, árboles que bailaban y un riachuelo donde los peces hacían piruetas.
- Bienvenida, Lila - dijo Chispa. - Este es el Bosque de los Sueños. Aquí todo es posible, pero también hay que ser responsables con las decisiones.
Lila miró a su alrededor y se sintió maravillosamente feliz, pero luego preguntó:
- ¿Qué te refieres con ser responsables? ¿Acaso hay reglas aquí?
- Sí - explicó Chispa. - Por cada deseo que pidas, debes ayudar a un amigo en este bosque. Eso mantiene el equilibrio mágico. Si pides un deseo y no ayudas, el bosque puede perder su magia.
Lila pensó por un momento y decidió que quería volar.
- ¡Quiero volar! - gritó alegremente.
En un instante, le salieron alas de colores. Pero antes de experimentar su vuelo, Chispa la guió hacia un pequeño conejito que tenía una pata lastimada.
- Si usás tus alas para ayudar a otros, la magia será aún más intensa - sugirió Chispa. Lila miró al conejito y, con mucho cuidado, le vendó la pata y le llevó un poco de agua.
- Gracias, amiga - dijo el conejito, sonriendo.
Sintiéndose satisfecha por ayudar, Lila voló alrededor del bosque. Pero de repente, vio a un búho sabio que parecía preocupado.
- ¿Qué te preocupa, señor búho? - preguntó Lila mientras aterrizaba junto a él.
- ¡Oh, querida! - respondió el búho. - Las estrellas se están apagan y necesito ayuda para volver a encenderlas.
Lila pensó rápidamente. - ¿Qué puedo hacer?
- Necesitamos que todos los animales se reúnan y canten juntos. Por cada nota que suenen, una estrella brillará nuevamente - explicó el búho.
Sin dudarlo, Lila fue al bosque y reunió a todos los animales. Pronto, el lugar se llenó de melodías a cargo de pájaros, sapos, y hasta la ardilla Chispa.
El búho guiaba la canción y, poco a poco, cada estrella comenzó a encenderse en el cielo, brillando más fuerte que nunca. Lila sintió una gran felicidad al ver cómo su esfuerzo ayudaba al mundo que había conocido.
Al terminar, el búho voló cerca de Lila, lleno de gratitud. - Has hecho algo maravilloso, pequeña. Gracias a tu esfuerzo, el bosque está más vivo que nunca.
- No lo hice sola - dijo Lila. - Todos ayudaron para lograrlo.
- Así es - respondió Chispa. - La colaboración es la clave. ¿Vez cómo la magia se multiplica cuando trabajamos juntos?
Lila sonrió y pensó en todos los deseos que había cumplido y cómo había aprendido que ayudar a los demás era una aventura en sí misma.
Luego, al regresar a su casa, miró el árbol mágico y le dijo adiós a sus amigos.
- ¡Volveré a visitarlos pronto! - prometió Lila mientras se alejaba con el corazón lleno de alegría y nuevas lecciones.
Desde ese día, Lila nunca dejó de ser curiosa, pero también se dedicó a ayudar a otros en su propio pueblo, llevando un poco de la magia del Bosque de los Sueños a su vida diaria.
Y así, aprendió que incluso los pequeños gestos de bondad pueden hacer del mundo un lugar mejor. Y, quien sabe, tal vez cada uno de nosotros tenga un bosquecito mágico esperando ser descubierto dentro de nuestro corazón.
FIN.