La Aventura de Lila y el Cóndor



En un rincón radiante de Jujuy, donde las Salinas Grandes brillan bajo el sol como un inmenso espejo, vivía una niña llamada Lila. Con su pico de oro, a Lila le encantaba explorar y aprender sobre la tierra que la rodeaba. Un día, mientras disfrutaba de unas riquísimas humitas que su abuela le había preparado, una idea brillante le iluminó la mente. "Hoy voy a buscar a mi amiga la llama, ¡seguro quiere acompañarme en una aventura!"- se dijo a sí misma.

Así que, con una mochila cargada de humitas y un sombrero bien puesto, Lila salió en busca de su amiga. Al llegar al campo, se encontró con Kiko, la llama, que estaba pastando cerca de un grupo de cactus. "¡Hola, Kiko! ¿Te gustaría venir a explorar las Salinas?"- preguntó Lila. "¡Sí!"- respondió Kiko emocionada, "Siempre quise verlas de cerca. Pero, ¿qué tal si llevamos algunas humitas para picar mientras disfrutamos de la vista?"-

Lila sonrió, "¡Buena idea!"- Juntas, emprendieron su caminata hacia el horizonte brillante de sal. Mientras avanzaban, se encontraron con un grupo de cactus, de formas curiosas y muchos colores. "Mira Lila, este cactus parece un sombrero gigante. ¡Y aquel es como una esfera!"- se maravilló Kiko. "Sí, es genial cómo cada cactus tiene su propio estilo. ¡Es como si estuvieran en una pasarela!"- rió Lila.

De repente, Lila escuchó un fuerte batir de alas. Cuando miró hacia arriba, vio a un cóndor enorme volando en círculos en el cielo. "¡Mira Kiko, es un cóndor!"- exclamó Lila. "Siempre quise conocer a un cóndor. Dicen que son los reyes del aire"- dijo Kiko admirada. Al ver el interés de las dos amigas, el cóndor decidió aterrizar cerca de ellas. "Hola, pequeñas exploradoras, ¿qué hacen por aquí?"- preguntó el cóndor con voz profunda. "Estamos disfrutando de la belleza de Jujuy y a punto de comer unas humitas"- respondió Lila. "¡Qué ricas! Pueden compartirlas conmigo, o puedo llevarlas a un lugar especial donde hay más comida para ustedes"- dijo el cóndor, parpadeando con curiosidad.

Lila, dudando, miró a Kiko. "¿Deberíamos?"- preguntó. "No sé, es un extraño"- dijo Kiko.

Al ver que las amigas titubeaban, el cóndor se acercó un poco más. "No tengan miedo. Soy el guardián de los cielos y conozco todos los rincones de estas tierras. Si me acompañan, les prometo que descubrirán cosas sorprendentes de la región en un abrir y cerrar de ojos"- les dijo con una sonrisa amistosa.

Con un poco de incertidumbre, Lila y Kiko decidieron seguir al cóndor.

"No se preocupen, no se separarán de mí. ¡Sigan volando!"- les dijo el cóndor mientras comenzaba a levantarse del suelo. Lila y Kiko, un poco asustadas pero llenas de emoción, se aferraron a sus suaves plumas mientras se elevaron.

Desde el aire, Jujuy se veía aún más hermoso. La inmensa extensión de las Salinas Grandes parecían un océano de cristal, y los cactus eran puntitos verdes dispersos por toda la tierra. "¡Wow! Todo se ve tan diferente desde aquí arriba"- gritó Lila, llena de asombro. "Sí, ¡todo se ve como un gran cuadro!"- agregó Kiko mientras admiraba las vistas.

El cóndor voló a un lugar especial: un pequeño oasis escondido entre las montañas, donde brotaba agua fresca y plantas exóticas. "¡Bienvenidas! Aquí es donde vengo a comer y descansar. Ahora son parte de este secreto bien guardado"- dijo el cóndor mientras aterrizaba suavemente.

Lila y Kiko se asombraron al ver tantas cosas nuevas: rugosas flores muy diferentes a las que habían visto, y un manantial de agua cristalina que brillaba. "Nunca habríamos encontrado este lugar sin ti"- le dio las gracias Lila al cóndor.

Poco a poco, empezaron a disfrutar de las humitas que habían llevado, mientras conversaban sobre las maravillas de su tierra y los tesoros que guardaba en cada rincón.

Después de un rato, el cóndor dijo, "Recuerden, cada aventura trae esfuerzos y recompensas. Siempre habrá algo nuevo por descubrir en su hogar. Solo deben mirar desde diferentes perspectivas"- y con eso se despidió, llevándose a Lila y Kiko de regreso a las Salinas Grandes.

Ya de vuelta, Lila y Kiko estaban felices, no solo por el viaje que habían hecho, sino también por todas las enseñanzas que habían recibido. "Nunca imaginé que conocer a un cóndor sería tan especial"- dijo Lila al final del día. "Y que la aventura puede estar mucho más cerca de lo que pensábamos"- agregó Kiko.

Contentas, decidieron planear la próxima aventura, sabiendo que siempre habría más maravillas en su querido Jujuy por descubrir.

FIN.

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