La Aventura de Lila y el Frutal Mágico
Había una vez en un pequeño pueblo, una niña llamada Lila, que tenía una curiosidad inagotable. Lila adoraba explorar los bosques que rodeaban su casa, donde siempre encontraba algo nuevo e interesante. Un día, mientras paseaba, se topó con un frutal que nunca había visto antes. Sus ramas estaban llenas de frutas brillantes que parecían brillar bajo el sol.
"¡Qué hermoso árbol!" - exclamó Lila, acercándose a tocar las frutas.
Cuando Lila tocó una de las frutas, el árbol comenzó a hablar.
"Hola, pequeña amiga. Soy el Frutal Mágico del Bosque de los Sueños. Cada fruta tiene un deseo dentro de ella. Pero cuidado, solo puedes elegir una. ¿Tienes un deseo en mente?" - dijo el frutal, con una voz suave y melodiosa.
Lila se quedó asombrada.
"Siempre quise poder volar, así podría ver el mundo desde lo alto y descubrir lo que no puedo desde aquí."
"Entonces, adelante, elige una fruta" - respondió el frutal.
Lila miró las frutas y, al final, eligió una que era de un color azul brillante. Cuando la mordió, sintió que sus pies se despegaron del suelo.
"¡Mirá, estoy volando!" - gritó alegremente, mientras se elevaba por los aires.
Lila voló sobre montañas, ríos y lagos, viendo a su pueblo desde una nueva perspectiva. Pero a medida que pasaba el tiempo, se dio cuenta de que extrañaba a sus amigos y a su familia.
"¡Oh, Frutal Mágico!" - exclamó, mientras flotaba en una nube. "Quiero volver a casa, extraña tanto jugar con mis amigos y compartir mis días con ellos."
El árbol, que había estado observando, le respondió.
"Entiendo, pequeña. El deseo de volar fue divertido, pero lo más importante es la felicidad que encuentras rodeada de tus seres queridos. Para volver, debes aprender una lección. ¿Cuál es el bien más valioso que has dejado atrás?"
Lila pensó por un momento.
"La amistad y la alegría de compartir momentos. ¡Mis amigos! Sin ellos, volar no tiene sentido."
—"Correcto" - dijo el frutal. "La verdadera magia está en los momentos que compartes con quienes amas. Ahora, regresa a ellos."
Con un parpadeo, Lila fue transportada suavemente de vuelta al bosque, junto al frutal. Allí, se dio cuenta de lo importante que era aprender a disfrutar de la compañía de los demás.
"¡Gracias, Frutal Mágico! Prometo valorar a mis amigos y nunca olvidar lo que realmente importa" - dijo Lila, sonriendo.
Desde ese día, Lila compartió todos sus descubrimientos y aventuras con sus amigos, disfrutando de cada momento que pasaban juntos. Ellos también aprendieron que no necesitaban volar para sentirse libres y felices, porque la verdadera aventura se encontraba en sus corazones.
Claro que de vez en cuando, Lila visitaba el frutal mágico, sólo para compartir sus nuevas historias. Y el frutal siempre estaba allí, dispuesto a escuchar y sonreír, lleno de orgullo por la lección que Lila había aprendido. Así, Lila y sus amigos vivieron felices, llenos de amor y amistad, y la vida les sonrió con nuevas aventuras cada día.
FIN.