La aventura de Lila y el pez dorado



Una mañana soleada en el pacífico pueblo de Alegría, Lila, una niña curiosa de ocho años, decidió explorar el bosque cercano. Con su pequeña mochila cargada de bocadillos y un cuaderno para dibujar, partió en busca de aventuras.

Mientras caminaba, escuchó un suave chapoteo. Intrigada, se acercó a un arroyo cristalino y, para su sorpresa, vio un pez dorado saltando alegremente.

"¡Hola, pez dorado!" - dijo Lila emocionada.

"¡Hola, Lila!" - respondió el pez, asombrándola aún más.

"¿Cómo es posible que hables?" - preguntó ella, con los ojos muy abiertos.

"Soy un pez mágico y puedo concederte un deseo. ¿Qué quieres?" - dijo el pez, brillando aún más bajo el sol.

"¡Quiero volar!" - exclamó Lila sin dudar.

"Está bien, cierra los ojos y piensa fuertemente en tu deseo" - le indicó el pez.

Lila cerró los ojos y, de repente, sintió como si estuviera levantándose del suelo. Abrió los ojos y se encontró flotando sobre el agua. ¡Estaba volando!"¡Esto es increíble!" - gritó mientras zambullía y se elevaba de nuevo, sintiéndose libre como un pájaro.

Lila pasó horas volando por el bosque, explorando rincones que nunca había visto. Hizo amigos en el camino: una valiente ardilla, un búho sabio y un grupo de mariposas coloridas. Todos la animaban y la acompañaban en su aventura.

Sin embargo, después de un tiempo, Lila comenzó a extrañar su hogar.

"¡Quiero volver!" - dijo, mirando al pez dorado que todavía flotaba cerca.

"¿Entonces me has dado vueltas a la idea?" - preguntó el pez, sujetando una expresión de sorpresa.

"Sí, quiero volver con mi familia. No hay lugar como el hogar" - respondió Lila.

"Está bien, te devolveré a casa. Pero recuerda, siempre puedes volver a soñar con volar, si lo deseas" - le dijo el pez.

Lila cerró los ojos nuevamente y, como por arte de magia, sintió que regresaba a la orilla del arroyo.

"¡Gracias, pez dorado!" - gritó mientras lo veía desaparecer en el agua.

Felices de tenerla de vuelta, su familia acaba de invitarla a un picnic. Mientras se sentaba a la manta con su mamá y su papá, Lila les contó su increíble aventura.

A partir de ese día, cada vez que Lila miraba al cielo, sonreía y recordaba que, aunque no pudiera volar como lo hizo ese día, siempre podría dejar volar su imaginación a lugares mágicos.

Y así, Lila aprendió que no importa cuán lejos vueles, la verdadera felicidad está en el hogar y en aquellos que amas.

Pero...

A la mañana siguiente, al abrir su cuaderno de dibujos, se encontró con un hermoso dibujo de un pez dorado hecho por ella mientras volaba. Pero lo extraño fue que en el fondo del dibujo se asomaba su amigo el pez, que sonreía mientras decía:

"Siempre estaré contigo, Lila. ¡No olvides que puedes volver a volar cuando quieras!"

Lila miró hacia el cielo, sonrió y cerró su cuaderno, sabiendo que su aventura no había terminado.

Y así, la niña comprendió que los sueños pueden convertirse en realidad.

Perdura siempre la magia cuando se tiene la imaginación viva, y que a veces, aunque el regreso sea inesperado, siempre hay un rincón donde los sueños brillan.

Y colorín colorado, este cuento se ha terminado.

FIN.

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