La Aventura de Lila y la Lagartija



En un hermoso jardín, lleno de plantas, flores y animalitos, vivía Lila, una oruga curiosa y soñadora. Todos los días, Lila soñaba con convertirse en una hermosa mariposa y ver el mundo desde lo alto. Sin embargo, había algo que la preocupaba: el jardín estaba perdiendo su color y sus habitantes ya no cantaban como antes.

"¿Por qué están tan callados mis amigos?", se preguntaba Lila mientras se deslizaba entre las hojas.

Un día, mientras exploraba cerca de un arbusto, Lila se encontró con una pequeña lagartija verde named Tina.

"Hola, Lila. ¿Te gustaría jugar un rato?", dijo Tina, moviendo su cola con entusiasmo.

"¡Sí! Pero, ¿no ves que todos están tristes?", replicó Lila.

"Es verdad, hay algo raro en el aire. Escuché que los humanos están botando basura en el río y los árboles están perdiendo sus hojas", explicó Tina, con un tono serio.

Lila, preocupada, decidió que tenían que hacer algo para ayudar a sus amigos del jardín. Juntas, idearon un plan.

"Vamos a hablar con el Viejo Roble, él siempre sabe qué hacer", sugirió Lila.

Cuando llegaron a la base del gran árbol, el Viejo Roble, que tenía más de cien años y muchas historias por contar, las escuchó con atención.

"Queridas amigas, el jardín necesita cuidado. Los humanos deben aprender sobre la importancia de conservar nuestro medio ambiente. Escriban una carta y cuentenles lo que está sucediendo", les aconsejó.

Las dos amigas se pusieron a trabajar. Usaron hojas secas para hacer un papel y con un palito escribieron su carta.

Mientras tanto, los colores del jardín seguían desvaneciéndose, pero Lila y Tina no se dieron por vencidas. Luego de completar su mensaje, decidieron llevarlo al pueblo.

"Pero, ¿cómo llegaremos hasta allá?", cuestionó Tina.

"¡Pidiendo ayuda a nuestros amigos voladores!", exclamó Lila. Juntas, llamaron a las aves del jardín y les explicaron su misión.

Las aves, al escuchar su historia, aceptaron llevar la carta a los humanos. Cada una tomó un pedacito de papel en sus picos y voló hacia el pueblo. Después de un rato, regresaron con una noticia.

"Los humanos leyeron su carta y están conmovidos. El alcalde decidió organizar una jornada de limpieza y plantar nuevos árboles", anunciaron los pájaros con alegría.

"¡Qué buena noticia!", gritó Lila.

"Pero, ¿cómo podremos participar?", preguntó Tina.

"Nosotros también podemos ayudar creando un pequeño terrario en el jardín donde los humanos puedan ver lo importante que es conservar la naturaleza. Así aprendrán a cuidar todo lo que nos rodea", sugirió Lila con una sonrisa.

Entusiasmadas, buscaron una caja de madera y empezaron a recolectar tierra, pequeñas plantas y piedras. Adornaron el terrario con insectos que encontraron, contando la historia de cada uno: de la mariposa, las hormigas, y claro, de su nueva amiga lagartija.

Cuando llegó el día de la limpieza, los humanos se sorprendieron al ver el bonito terrario que habían creado.

"Miren esto, es un hermoso ejemplo de lo que debemos proteger", dijo el alcalde, mirando a todos.

"Aquí está la casa de nuestras amigas, que son parte de este jardín", agregó Lila tímidamente.

La jornada fue un éxito. Los humanos limpiaron el jardín, plantaron más árboles y, lo más importante, aprendieron a cuidar su entorno. Lila y Tina sonrieron, sabiendo que su pequeña acción hizo una gran diferencia.

Con el tiempo, Lila se convirtió en una mariposa brillante y colorida. Miró desde lo alto, viendo el jardín resplandecer de nuevo.

"¡Lo logramos, Tina!", gritó Lila desde lo alto de una rama.

"¡Sí! Y todo fue porque decidimos cuidar de nuestro hogar", respondió Tina, ahora una hermosa lagartija en un mundo renovado.

Desde ese día, Lila siguió volando sobre el jardín, recordando que cada pequeño esfuerzo cuenta en la conservación del medio ambiente y que todos, sin importar su tamaño, pueden hacer la diferencia.

FIN.

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