La Aventura de Loan en el Zoológico
Era un día soleado en la ciudad y Loan, un niño curioso de ocho años, estaba muy emocionado. Su familia había decidido visitar el zoológico, un lugar mágico donde vivían 2150 animales de todas las formas y tamaños. Loan había estado esperando este día desde hacía semanas y no podía esperar para conocer a todos esos sorprendentes seres que solo había visto en libros y la televisión.
- ¡Vamos, vamos, que se hace tarde! - dijo Loan con entusiasmo mientras empujaba a su hermana pequeña, Julieta, que llevaba un gorro enorme en la cabeza.
- Tranquilo, Loan. Estamos a punto de salir - respondió su mamá, mientras acomodaba la mochila que llevaba llena de provisiones.
Finalmente, la familia llegó al zoológico. Loan respiró profundamente, sintiendo la mezcla de olores de la comida y el fresco aire del lugar. Al entrar, sus ojos se iluminaron al ver a los primeros animales: dos enormes leones tomando el sol.
- ¡Mirá! - gritó Loan, señalando a los leones. - ¡Son tan grandes como un auto!
- ¡Son majestuosos! - añadió su papá, sonriente.
Después de pasar un tiempo viendo a los leones, Loan y su familia se dirigieron a la sección de los monos. Los monos estaban saltando de rama en rama y haciendo muecas divertidas.
- ¿Por qué los monos son tan traviesos? - preguntó Loan.
- Porque son muy inteligentes y les gusta jugar, igual que vos - respondió su mamá.
Loan sonrió y comenzó a imitar a un mono, haciendo que Julieta se riera a carcajadas. Pero de repente, un estruendo rompió la risa. Un gran grupo de personas se había reunido alrededor de un recinto, y Loan sintió curiosidad.
- ¿Qué pasa ahí? - preguntó Loan, intrigado.
- Vamos a ver - sugirió su papá, llevándolos hacia el lugar.
Al llegar, vieron que un cuidador estaba dando una charla sobre los elefantes. Loan escuchó atentamente, aprendiendo que los elefantes son animales muy sociables y que pueden vivir hasta 70 años.
- ¡Wow! - exclamó Loan. - ¡Yo quiero ser un cuidador de elefantes cuando sea grande!
- Podés lograrlo, Loan. Con dedicación y amor por los animales, todo es posible - le dijo su mamá, acariciando su cabecita.
Continuaron su recorrido y llegaron a la zona de reptiles. Loan y Julieta quedaron fascinados por los colores brillantes de las serpientes y la majestuosidad de los lagartos. Loan se acercó un poco más al vidrio del recinto, mientras un enorme iguana se acercaba.
- Creo que me quiere saludar - dijo Loan, riendo.
Pero justo en ese momento, una niña al lado de él, que no había notado, gritó despavorida cuando vio a una serpiente deslizarse por la parte de atrás del recinto.
- ¡Ayuda! - gritó la niña. - ¡No la quiero ver!
Loan, viendo la angustia en el rostro de la niña, recordó las palabras que había escuchado en la charla sobre los elefantes. - Esperá un momento, quizás te ayude a conocerla mejor - le dijo, acercándose a ella.
- ¿Cómo podrías ayudarme? - preguntó la niña, aún temerosa.
- Solo aprendiendo sobre ella, como el cuidador nos enseñó - respondió Loan. - A veces, conocer a alguien más hace que no nos asustemos tanto.
A pesar del miedo, la niña decidió escuchar a Loan. Juntos observaron la serpiente desde lejos, y Loan le comentó que las serpientes son animales importantes para la naturaleza y que no son peligrosas si las dejamos en paz.
Con el tiempo, la niña comenzó a relajarse.
- ¡Gracias, Loan! - dijo, aliviada. - No sabía que podían ser tan interesantes.
- ¡De nada! Siempre es bueno saber más sobre lo que nos asusta - respondió Loan, sonriendo satisfecho.
El día continuó con más descubrimientos. Loan y su familia se detuvieron a almorzar en una sombra, donde hablaron sobre lo que más les había gustado del zoológico. Loan decidió que quería ayudar a cuidar a los animales en el futuro y sabía que debía estudiar mucho para lograrlo.
- ¿Y qué vas a hacer primero, Loan? - le preguntó Julieta.
- Primero voy a leer todos los libros sobre animales que pueda encontrar, y después voy a hacer un gran mural en la escuela para que mis amigos aprendan sobre ellos también - respondió Loan, entusiasmado.
Finalmente, el día llegó a su fin. Loan, mientras caminaban hacia la salida, miró hacia atrás y vio los recintos llenos de vida.
- ¡Hoy fue el mejor día de mi vida! - exclamó Loan.
- Totalmente, cariño - añadió su madre. - Aprendiste mucho y fuiste muy valiente al ayudar a esa niña.
- Y ahora, ¡quiero ser un defensor de los animales! - concluyó Loan con una gran sonrisa, mientras su familia lo abrazaba con cariño.
Y así, Loan regresó a casa con un corazón lleno de sueños y una gran misión en la vida: cuidar y proteger a todos los animales del mundo.
Fin.
FIN.