La Aventura de Lógicus y el Misterio de los Juicios



Era una mañana brillante en la Escuela de Lógica, donde los alumnos estaban ansiosos por aprender. El maestro, don Lógico, se encontraba al frente con su pizarra llena de garabatos y diagramas.

"Hoy vamos a repasar la primera forma de logos: el concepto. ¿Alguien puede decirme qué es un concepto?" Se escuchó el inconfundible timbre de una mano levantándose con entusiasmo.

"Yo, yo! Es algo que nos ayuda a entender lo que es algo, como 'perro' o 'manzana'". Dijo Lupita, con una gran sonrisa. "¡Exacto! Los conceptos son nuestras herramientas para construir ideas. Ahora, pasemos a la segunda forma de logos: el juicio. Un juicio consiste en un sujeto y un predicado.

¿Alguien puede darme un ejemplo?" Pablo, un chico algo tímido, levantó la mano. "Que el perro es un animal". "Muy bien, Pablo. Pero, ¿habrá alguna forma de divertirnos mientras aprendemos?", dijo Lucrecia, entusiasmada. Don Lógico ajustó sus gafas y sonrió.

"Por supuesto que sí, vamos a hacer un juego. Tendremos que formar un grupo y crear sentencias con los juicios.

¡El mejor juicio que se le ocurra tendrá como premio un libro de aventuras!" Todos los niños comenzaron a murmurar con emoción; incluso Pablo sonrió al escuchar el premio. Justo cuando estaban a punto de comenzar, se oyó un fuerte grito desde el patio. "¡Ayuda! ¡Se escapó la tortuga Lógica!" Todos se sorprendieron.

"¿Qué tortuga?" preguntó Lucrecia. "La tortuga Lógica, la mascota de la escuela. ¡Necesitamos encontrarla para que no se pierda!" El maestro empezó a cavilar. "Chicos, esto puede ser una excelente oportunidad para practicar. Formemos juicios sobre lo que sabemos.

¡Así podremos encontrar a Lógica!" "¡Genial!" exclamó Lupita, "¡Vamos a hacer un juicio! La tortuga es inteligente". "Y es muy lenta también", agregó Pablo, quien ahora se sentía más seguro.

Los niños comenzaron a pensar en más juicios mientras se organizaban en grupos. Lucrecia dijo: "El jardín tiene muchas plantas que nos ayudarán a buscarla. La tortuga combina muy bien con el verde". "¡Vamos al jardín!" gritó Pablo con entusiasmo.

Todos comenzaron a correr hacia el jardín. En el camino, comenzaron a crear más juicios. "En el jardín crecen flores y la tortuga ama comer hojas", comentó Lupita. "¡Es posible que la encontraremos cerca de las plantas!", añadió Lucrecia mientras se reía.

Buscando entre los arbustos y flores, sus corazones palpitaban de emoción. Pero de pronto, escucharon un ligero chapoteo. "¿Escucharon eso? Parece que viene del estanque", dijo Pablo. "¡Vamos a verlo! Quizá allí esté Lógica", gritó Lucrecia.

Todos se acercaron al estanque y, para su sorpresa, allí estaba Lógica nadando feliz entre los nenúfares. "¡La encontramos!" gritaron todos al unísono. Don Lógico se acercó a ellos con una sonrisa.

"Ustedes han demostrado que los juicios no son solo palabras, son herramientas para resolver problemas. ¡Ahora cada uno puede crear un juicio sobre su hallazgo!" Lucrecia exclamó: "Lógica es una tortuga feliz que ama nadar".

Pablo, sintiéndose inspirado, añadió: "Lógica es parte de nuestra escuela". La maestra, orgullosa, agregó: "Y es el momento perfecto para que celebremos este triunfo. Cada uno de ustedes ha utilizado los juicios.

¡Felicidades!" Luego, regresaron al aula con Lógica, y el maestro entregó el libro de aventuras a Pablo, quien emocionado exclamó: "No solo he aprendido sobre conceptos y juicios, sino también que trabajar juntos es fantástico".

Así, el día que comenzó como una simple clase de lógica terminó en una extraordinaria aventura que nadie olvidará.

FIN.

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