La Aventura de Lola y El Techo



Era una mañana soleada en el barrio de La Esperanza, y todos los chicos estaban emocionados por el día de juegos al aire libre. Entre ellos, Lola, una niña muy curiosa y llena de energía, decidió que quería ver el mundo desde lo alto. Así que, sin pensarlo dos veces, subió a la azotea de su casa, con la idea de jugar a ser una exploradora.

Aunque sus amigos le habían advertido sobre los peligros de jugar en el techo, la curiosidad de Lola era más poderosa.

"¡Mirá qué vista tan bonita!" - exclamó mientras contemplaba el vecindario.

De repente, mientras trataba de alcanzar una rama de un árbol que había crecido al borde del techo, un fuerte viento sopló. Lola perdió el equilibrio y... ¡se cayó! Pero, para su sorpresa, cayó suavemente sobre un montón de hojas secas que se habían acumulado en el jardín.

Aun así, Lola se asustó y se quedó inmóvil. En ese momento, su amigo Tomás, que había estado jugando en el parque, escuchó el ruido y corrió a ver qué había pasado.

"Lola, ¿estás bien?" - preguntó, preocupado.

"¡No estoy lastimada, pero no debí haber subido!" - respondió Lola, mientras se sentaba entre las hojas, un poco aturdida pero feliz de no haberse hecho daño.

Tomás le tendió la mano para ayudarla a levantarse y le dijo:

"Es importante que siempre pensemos antes de hacer algo que podría ser peligroso. Primero nuestra seguridad y luego la diversión."

Lola asintió.

"Tenés razón. Nunca más voy a jugar en el techo sin pedir permiso. Aprendí la lección hoy."

Después de un rato, ambos decidieron ir a buscar a sus amigos para contarles la aventura.

Cuando llegaron al parque, encontraron a Clara y a Martín, que estaban armando una fortaleza con cajas. Lola se acercó, emocionada por compartir su experiencia.

"¡Chicos, no sabés lo que me pasó!" - dijo, aún con una chispa en los ojos. "Casi me lastimo porque quise jugar en el techo, pero gracias a Tomás estoy bien".

Clara, preocupada, preguntó:

"¿Por qué subiste al techo? No es seguro".

Lola explicó con detalle cómo la curiosidad la llevó a un lugar peligroso.

"A partir de hoy, voy a ser más cuidadosa y pensar en lo que hago" - prometió, sintiendo que había aprendido algo valioso.

Los amigos discutieron sobre cómo podían divertirse jugando en el parque, de forma segura. Martín sugirió:

"¿Y si hacemos un juego de exploradores, pero en el suelo?"

Todos estuvieron de acuerdo y empezaron a crear mapas, imitando la búsqueda de tesoros mientras corrían entre los árboles, acumulando risas y nuevas aventuras benéficas para todos.

El día terminó con la promesa de ser siempre amigos que se cuidan, aprendiendo unos de otros y disfrutando juntos de la magia de la vida, por supuesto, siempre desde el suelo.

Lola nunca olvidaría aquella caída del techo, no solo porque le dio un buen susto, sino porque le enseñó un gran valor: ser responsable y cuidar de uno mismo y de los demás. Así, en lugar de quedase con el miedo, ¡Lola se convirtió en una verdadera exploradora de aventuras seguras!

Y así, el barrio de La Esperanza continuó lleno de risas y juegos, pero con un poco más de precaución.

FIN.

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