La Aventura de Lola y su Libro Mágico



Lola era una niña curiosa, siempre con preguntas en la cabeza y una sonrisa en su rostro. Un día, mientras exploraba el viejo desván de su abuela, encontró un libro polvoriento con páginas amarillas y dibujos fascinantes.

"¿Qué será esto?" - se preguntó, abriendo el libro con delicadeza. De repente, una suave luz brilló desde sus páginas.

"¡Hola! Soy el libro mágico de las aventuras, y te llevo a donde desees" - dijo una voz melodiosa.

Lola, emocionada, respondió: "¡Sí! Quiero visitar un lugar donde todos los animales puedan hablar y jugar juntos".

En un instante, el ambiente cambió: el desván se convirtió en un hermoso bosque lleno de colores vibrantes.

Lola comenzó a caminar y pronto se encontró con un conejo blanco que parecía tener prisa.

"Hola, conejito, ¿qué te pasa?" - preguntó Lola.

"¡Hola, Lola! Es que el Rey León está organizando una gran carrera, pero los animales están discutiendo sobre quién debe ser el capitán" - explicó el conejo.

"¿Y qué puedo hacer para ayudar?" - inquirió Lola.

"Si solo pudieras calmarlos y hacer que se escuchen unos a otros. Ya no saben cómo resolverlo".

Lola entendió que era un desafío que podía enfrentar. Juntos, decidieron ir al lugar donde todos los animales se reunían para la carrera.

Cuando llegaron, la escena era caótica:

"¡Yo soy el más rápido!" - bramaba el león.

"¡No, yo puedo volar!" - gritaba el ave.

"¡Pero soy el más fuerte!" - afirmaba el oso.

Lola, tomando una profunda respiración, se acercó y dijo:

"¡Hola a todos! Estoy aquí para ayudar. ¿Por qué no escuchan las ideas de cada uno antes de decidir quién será el capitán?"

Los animales se detuvieron y la miraron con curiosidad.

"¿Y cómo hacemos eso?" - preguntó una tortuga que pasaba por allí.

"Podrían formar un círculo y turnarse para hablar. De este modo, todos podrán expresar sus ideas sin interrumpirse" - propuso Lola con entusiasmo.

Los animales comenzaron a formar un círculo y, uno a uno, compartieron sus pensamientos.

"Yo creo que el león debería ser el capitán porque puede dirigirnos" - dijo la gacela.

"Pero un águila puede ver lejos y avisarnos sobre posibles peligros" - respondió el loro.

"Y no olvidemos que la tortuga es muy sabia y siempre ayuda a los demás" - añadió un pequeño ratón.

Lola sonrió. "¡Todos tienen puntos válidos! ¿Qué tal si eligen al capitán por votación?"

Los animales, viendo que había formas de llegar a un acuerdo, decidieron votar. Finalmente, eligieron a una tortuga como capitana, no solo por su sabiduría, sino porque sabía reunir a todos y escucharlos.

"¡Bravo! ¡Ese es un gran ejemplo de trabajo en equipo!" - exclamó Lola. El bosque estalló en aplausos.

Pero la aventura de Lola no terminó ahí. De repente, el libro comenzó a brillar nuevamente, y la voz mágica le dijo:

"¡Lola! Hay más aventuras esperándote. ¿A dónde deseas ir ahora?"

Lola, con una sonrisa en su rostro, respondió:

"¡Me gustaría visitar un lugar donde los niños y los animales puedan divertirse juntos!"

Con un destello, Lola fue transportada a un hermoso parque con columpios, toboganes, y todos los animales del bosque corriendo y jugando alegremente.

Allí, conoció a un grupo de niños que estaban intentando jugar un juego en el que cada uno debía lanzar una pelota a un tierno perro.

Pero uno de los niños estaba triste porque el perro no quería jugar.

"¿Por qué no juega?" - preguntó Lola.

"Porque no quiero que se sienta mal si lo fallo" - dijo un niño.

Lola vio la oportunidad de ayudar nuevamente.

"A veces, intentar es más importante que ganar. ¿Por qué no le lanzas la pelota y ves qué pasa?"

"Sí, pero... ¿y si no le gusta?" - cuestionó otra niña.

"Entonces podemos intentarlo hasta que le guste. Los animales, como nosotros, también se divierten jugando a su manera" - sugirió Lola.

Con un poco de ánimo, el niño tomó la pelota y lanzó un suave tiro. Al principio, el perro se mostró indiferente, pero en cuanto la pelota le llegó a los pies, la recogió y comenzó a correr con ella.

"¡Mirá! ¡Le gusta!" - gritó el niño emocionado.

Los niños comenzaron a lanzar más pelotas, y pronto todos estaban riendo y jugando con el perro.

"¡Gracias, Lola! ¡Eras la clave para hacernos ver que debemos intentarlo!" - exclamó una niña mientras corría.

Con el tiempo, Lola comprendió que lo más valioso no eran solo las aventuras físicas, sino los lazos de amistad e inclusión que se formaban al resolver problemas juntos.

Cuando llegó el momento de regresar, Lola sintió que había aprendido mucho.

"¿Estás lista para volver a casa?" - preguntó la voz del libro mágico.

"Sí, ¡pero volveré!" - respondió Lola con la convicción de que cada aventura es una oportunidad para aprender algo nuevo.

Y así, con una sonrisa, llevó el libro bajo el brazo y se prometió continuar explorando, no solo el mundo mágico de los libros, sino también la magia de ayudar y ser amiga de todos a su alrededor.

FIN.

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