La Aventura de los Amigos del Cuerpo
Había una vez en un colorido bosque, un grupo de amigos muy especiales: Roberto, el Rinoceronte, Tita, la Tortuga, y Pipo, el Pájaro. Un día, decidieron hacer un viaje para descubrir los secretos de sus cuerpos.
"- ¡Vamos a encontrar las partes de nuestro cuerpo!" propuso Pipo emocionado.
"- ¡Sí! Pero, ¿cómo las reconoceremos?" preguntó Tita con curiosidad.
"- Muy fácil", respondió Roberto. "Cada uno de nosotros tiene partes que nos hacen únicos. Empecemos por las patas. ¡A correr!"
Los amigos comenzaron a correr y a jugar.
"- ¡Miren cómo muevo mis patas!" exclamó Roberto. "Son fuertes y me ayudan a saltar alto."
"- Yo tengo cuatro patas que me ayudan a caminar despacito", dijo Tita mientras caminaba despacio.
"- Y yo tengo alas que me permiten volar por el cielo", añadió Pipo mientras realizaba vueltas en el aire.
Mientras corrían y se divertían, se encontraron con una extraña colina. "- ¿Qué será esto?" preguntó Tita, intrigada.
"- ¡Vamos a descubrirlo!" dijo Roberto con valentía. Al llegar a la cima, vieron un enorme espejo.
"- ¡Miren!" gritaron al unísono. Veían sus reflejos.
"- ¡Wow! ¡Cuántas partes tengo!" exclamó Roberto, moviendo su cola.
"- ¡Yo también tengo partes interesantes!" dijo Tita, al observar su caparazón.
"- ¡Y yo mis plumas!" añadió Pipo con orgullo. "Pero también tenemos cosas en común, como los ojos y la boca."
"- Es verdad, somos diferentes pero iguales en algunos aspectos", reflexionó Tita.
"- ¡Sigamos con la aventura!" propuso Pipo mientras se lanzaba a volar de nuevo.
Al volar, Pipo vio algo brillante a lo lejos. "- ¡Miren eso!" gritó emocionado. Al acercarse descubrieron que era un camino de luces.
"- ¡Vamos a seguirlo!" dijo Roberto, lleno de energía.
El camino los llevó a un misterioso lugar donde había muchos animales bailando. "- ¡Ellos también tienen partes del cuerpo!" dijo Tita, observando a todos los animales moverse.
"- ¡Vamos a unirnos!" propuso Pipo.
Y así, los amigos comenzaron a bailar juntos, moviendo todas sus partes: patas, alas y caparazón.
Cuando terminaron de bailar, un viejo búho se acercó. "- Felicitaciones, pequeños. Han aprendido sobre sus cuerpos. Ellas son herramientas magníficas para jugar, explorar y expresarse.
Recuerden, cada uno es único y especial. ¡Y es genial ser diferentes!".
Los amigos se miraron sonriendo y se dieron cuenta de que habían aprendido de la mejor manera: divirtiéndose. "- ¡Gracias por la aventura!" dijeron al unísono, mientras alquilaban el camino de vuelta a casa, listos para contar a todos sus amigos lo que habían descubierto de sus maravillosos cuerpos.
FIN.