La Aventura de los Amigos Perdidos



En un pequeño pueblo llamado Arcoíris, había una escuela primaria donde todos los niños y niñas se reunían para aprender, jugar e imaginar. Sin embargo, no todos los chicos iban a clase. Entre ellos estaba Violeta, una niña brillante y creativa, pero que había comenzado a faltar a la escuela más seguido que antes.

Un día, sus amigos, Tomás y Carla, decidieron hablar con ella. Estaban preocupados por su ausencia.

"Violeta, ¿por qué no vienes a la escuela? Te extrañamos mucho", dijo Tomás con tristeza.

"Sí, y tenemos un proyecto muy divertido sobre los planetas. ¡No sería lo mismo sin vos!", agregó Carla.

"Es que… no sé. A veces prefiero quedarme en casa y dibujar", respondió Violeta con un susurro, mirando al suelo.

Pero Tomás y Carla no querían rendirse. El siguiente día, decidieron llevar a Violeta un hermoso dibujo que hicieron en clase.

"Mirá lo que hicimos. Este es un cohete que nos llevará al espacio', dijo Tomás, mostrando la ilustración llena de colores.

"Y aquí están los planetas. Cada uno tiene algo especial, como vos. Vení a la escuela y podremos aprender más sobre ellos juntos", agregó Carla.

Violeta, al ver la dedicación de sus amigos, sintió que algo en su interior se encendía. Sin embargo, la próxima clase, decidió no ir otra vez. Esta vez, Tomás y Carla idearon un plan para que ella se sintiera realmente incluida.

"¿Y si el profesor Martín nos deja llevar a Violeta a una clase especial?", propuso Tomás.

"¡Eso sería genial!", exclamó Carla, emocionada.

Fue así que los dos amigos hablaron con el profesor Martín.

"Señor, nosotros creemos que Violeta debería ser parte de la próxima clase de ciencias. ¡Podríamos hacer algo espectacular juntos!", le dijeron.

El profesor Martín asintió y, al día siguiente, se presentó en la casa de Violeta.

"Hola, Violeta. Quiero invitarte a la clase de ciencias. Tendremos una actividad muy divertida sobre la gravedad y los planetas. ¿Te gustaría venir?", le preguntó sonriendo.

Violeta miró a su madre y luego a su dibujo. Finalmente, decidió que tenía que ir.

El día de la clase, llegó con una gran sonrisa. Todos sus compañeros la recibieron con aplausos.

"¡Violeta! ¡Qué bueno que viniste!", gritó Carla emocionada.

"Sí, ¡vamos a hacer experimentos!", agregó Tomás, casi saltando de la alegría.

A medida que pasaba la clase, la creatividad de Violeta empezó a brillar. Como parte del proyecto, se les pidió a todos que crearan un modelo del sistema solar.

"Voy a hacer el sol más grande del mundo", dijo Violeta mientras empezaba a pintar.

"Y yo haré una nave espacial que nos lleve a Marte", gritó Tomás.

"¡Y yo haré los anillos de Saturno!", añadió Carla.

Esa clase fue un éxito total. Al finalizar, el profesor Martín les dio una sorpresita: una salida a un observatorio.

"Chicos, el día viernes iremos al observatorio a ver las estrellas. Será una experiencia maravillosa", anunció el profesor.

"¡Sí! ¡Me encanta!", exclamó Violeta, sintiendo que había vuelto a conectar con sus amigos y su escuela.

A partir de ese día, Violeta se volvió a entusiasmar con la idea de ir todos los días a la escuela.

"Gracias por no dejarme sola, chicos. Aprendí que todo es más divertido con amigos", dijo una vez en clase.

Tomás y Carla sonrieron, sabiendo que juntos habían logrado algo especial. Ahora, Violeta no solo asistía a la escuela, sino que se convirtió en una de las líderes del grupo.

"Amigos, ¿qué tal si hacemos un club de ciencia?", propuso Violeta un día.

"¡Sí! ¡Eso sería genial!", respondieron al unísono.

Y así, lo que comenzó como un problema de absentismo escolar, se convirtió en una hermosa aventura de amistad, creatividad y aprendizaje. Violeta, Tomás y Carla no solo descubrieron el maravilloso mundo de la ciencia, sino que también aprendieron el valor de la solidaridad y la importancia de mantenerse unidos.

Desde entonces, cada semana se reunían para hacer proyectos, descubrir cosas nuevas y jamás olvidaron lo que significa ser un verdadero amigo. El colegio Arcoíris nunca volvió a ser el mismo, gracias a una niña que decidió creer en sus amigos y en sí misma.

FIN.

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