La Aventura de los Amistosos



Era una mañana soleada en el barrio de Villa Amistad, donde vivían tres amigos: Sofía, Tomás y Lucas. Cada uno tenía un talento especial: Sofía era una gran artista, Tomás tenía una pasión por la tecnología y Lucas era un apasionado de la naturaleza.

Un día, mientras jugaban en el parque, Sofía dijo: "¡Chicos! ¿Se han dado cuenta de que hay un montón de niños en el barrio que no se hablan entre ellos? Me parece que podría haber algo que los una."

Tomás, que siempre pensaba en nuevas ideas, exclamó: "Sí, ¡podríamos hacer un proyecto para unir a todos los chicos del barrio!"

Lucas, con su mirada curiosa, aportó: "Podríamos organizar un gran juego en el parque y hacer que todos participen, así los niños se conocen y hacen amigos."

Los tres amigos empezaron a planear. Crearon carteles coloridos, donde invitaban a todos los niños a participar en una "Gran Fiesta de los Juegos". Colocaron los carteles en cada rincón del barrio y, para su sorpresa, ¡muchos niños decidieron asistir!

El día de la fiesta llegó. El parque se llenó de risas y voces de niños ansiosos por jugar. Sofía había preparado una gran pintura donde todos podían dejar sus huellas de colores, como símbolo de unidad.

"¡Miren lo que hice! Cada huella representa un amigo nuevo que hacemos", explicó Sofía mientras mostraba la obra.

Tomás organizó una carrera de obstáculos utilizando algunos materiales reciclados, mientras que Lucas se encargó de mostrar a los niños cómo hacer una macetita con plantas.

A medida que transcurría la tarde, los niños empezaron a conocerse mejor. Algunos compartieron sus gustos, otros se ayudaron en los juegos y, lo más importante, comenzaron a hacer amistades.

Sin embargo, cuando parecía que todo iba perfecto, un grupo de niños llegó al parque. Eran más grandes y llevaban una actitud desafiante. "¿Qué están haciendo aquí? ¡Esto no se ve bien!" dijo uno de ellos con arrogancia.

Sofía, Tomás y Lucas se miraron con preocupación.

"¡No podemos dejar que esto arruine nuestra fiesta!", dijo Tomás, decidido.

"Hagamos que se sientan incluidos, ¡quizás ellos también quieran jugar!", sugirió Lucas.

Entonces, los tres amigos decidieron acercarse al grupo mayor. Sofía se acercó y dijo: "¡Hola! Estamos organizando una fiesta de juegos. ¿Quieren unirse?"

El grupo, al principio reacio, se quedó en silencio. Pero después, uno de ellos respondió: "¿De veras nos quieren aquí?"

"¡Claro que sí! Todos son bienvenidos", respondió Sofía con una sonrisa.

Después de un momento de duda, los más grandes comenzaron a reírse y, poco a poco, se unieron a los juegos. Tomás organizó un partido de fútbol, y Lucas les enseñó sobre el cuidado del medio ambiente mientras jugaban.

El sol comenzaba a ocultarse, y el parque estaba lleno de risas, colores y nuevas amistades. Todos aprendieron algo importante: aunque al principio puede haber diferencias, siempre hay una oportunidad para acercarse y conocerse.

Al final del día, Sofía miró su pintura. "Miren cuántas huellas hay. Cada uno de nosotros es diferente, pero juntos hacemos algo increíble", dijo.

Tomás agregó: "La sociología nos enseña que todos somos parte de una comunidad, y eso es algo muy valioso. ¡Hoy aprendimos a ser amigos!"

Lucas, con una sonrisa en el rostro, respondió: "Así es, y todas nuestras plantas son el recuerdo de esta gran fiesta. ¡Que crezcan como nuestra amistad!"

Los amigos se despidieron, prometiendo organizar más jornadas en el parque.

Y así, en Villa Amistad, todos aprendieron que las diferencias pueden unirnos y que la amistad es el mejor juego de todos.

FIN.

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