Érase una vez en un bosque mágico llamado Sanoterra, donde todos los animales vivían en armonía. Sin embargo, un día, los habitantes del bosque comenzaron a escuchar rumores sobre un extraño polvo que prometía curar cualquier enfermedad. Este polvo se llamaba Antibiótico, y todos estaban ansiosos por probarlo.
Un pequeño conejo llamado Tobi, que era muy curioso, fue el primero en encontrar el polvo. -"¡Mirá, mirá!"- gritó emocionado, -"¡Este polvo va a hacer que nunca me enferme!"- Así que decidió usarlo cada vez que se sentía un poco cansado, y no solo eso, comenzó a compartirlo con sus amigos.
La ardilla Lila, el ciervo Max y la tortuga Clara, todos querían ser tan fuertes y sanos como Tobi. -"Dame un poco de ese polvo, Tobi, ¡quiero volar como un pájaro!"- pidió Lila. Tobi, feliz de ayudar, les dio más del polvo mágico.
Los días pasaron y Tobi y sus amigos usaron el Antibiótico en cada oportunidad. Una mañana, sin embargo, Tobi se dio cuenta de que se sentía más cansado que antes. -"¿Por qué me siento así, si tengo el polvo mágico?"- se preguntó. Al mismo tiempo, Lila comenzó a notar que ya no podía saltar tan alto como antes, y Max, el ciervo, se sentía débil.
-"Creo que estamos usando demasiado el Antibiótico y eso no está bien para nosotros"- dijo Clara, la tortuga, que siempre era sabia. -"Tal vez deberíamos descansar y dejar de usarlo por un tiempo"- sugirió.
Los amigos se miraron preocupados, -"¿Pero y si nos enfermamos?"- preguntó Tobi. -"Tal vez podamos encontrar otras maneras de mantenernos sanos, como comer más frutas y verduras, o jugar juntos al aire libre para fortalecer nuestras defensas"- propuso Lila.
Así que decidieron hacer una pausa con el polvo mágico. Comenzaron a cultivar un pequeño huerto donde sembraron zanahorias, lechugas y bayas. Todos disfrutaron el nuevo sabor de la comida fresca y, poco a poco, se sintieron más fuertes. Tobi empezó a correr de nuevo, Lila saltaba más alto y Max, ¡incluso corría más rápido que nunca!
Un día, mientras exploraban el bosque, encontraron a un pequeño pájaro que se había lastimado. -"¡Oh no! ¿Qué le pasó?"- exclamó Tobi. -"Necesitamos ayudarlo. Podríamos darle un poco de Antibiótico para que se sienta mejor"- dijo Max. Pero Clara se pasó una pata por la cabeza y dijo: -"Chicos, el Antibiótico no es siempre la solución. A veces, lo que necesitamos es tiempo y cariño para curarnos".
Así que decidieron cuidar del pajarito. Le hicieron una cama de hojas suaves y lo alimentaron con frutas mientras se recuperaba. Con amor y paciencia, el pajarito comenzó a sentirse mejor, y en unos días estaba volando otra vez, agradecido con sus nuevos amigos. -"¡Gracias!"- chirrió feliz. -"Esta vez, no necesitabas polvo mágico, solo necesitabas amor y cuidado"- dijo Clara.
A partir de ese momento, Tobi y sus amigos aprendieron que aunque los antibióticos son útiles en ciertos momentos, lo más importante era cuidar su salud de manera natural y consciente. -"Siempre hay un momento para descansar y buscar otras maneras de fortalecernos"- concluyó Tobi sonriendo.
Desde ese día, en Sanoterra, todos los animales hicieron un pacto: utilizar el Antibiótico solo cuando era realmente necesario y cuidar de su salud con amor, frutas y muchas aventuras juntos. Así, el bosque mágico siempre estuvo lleno de vida y alegría, recordando que la naturaleza tiene su forma de sanarnos.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.