La Aventura de los Cambios



Era un día soleado en el barrio de Luján, y los amigos de siempre, Sofía, Tomás y Agus, se encontraban jugando a la pelota en el parque. Todo era diversión y risas, hasta que Tomás se detuvo en seco.

"¿Te parece que soy más alto que antes?" - preguntó Tomás, mirándose los pies mientras se rascaba la cabeza.

"Sí, parece que cada día creces más, ¡ya no te puedo alcanzar en las carreras!" - respondió Agus, riendo y lanzando la pelota a Sofía.

"¿Sabés? Estaba leyendo sobre los cambios que pasamos cuando crecemos, y dicen que es algo normal, ¡incluso me estoy sintiendo diferente!" - comentó Sofía, mientras recogía la pelota para lanzársela a Tomás.

Los tres amigos se sentaron en un banco a charlar un poco sobre lo que estaban experimentando. Sofía, que era muy curiosa, compartió lo que había descubierto.

"Leí que todos pasamos por una etapa llamada pubertad. Es cuando nuestros cuerpos comienzan a cambiar y nos convertimos en adolescentes. A veces, puede ser un poco raro..." - afirmó Sofía.

Justo en ese momento, un grupo más grande de chicos llegó al parque. Entre ellos estaba Lautaro, que justo había tenido su cumpleaños y al parecer, había crecido varios centímetros en una noche.

"¡Eh, muchachos! ¡Miren lo que me regalaron!" - dijo Lautaro, mostrando una pelota de fútbol nueva.

Sofía, Tomás y Agus sonrieron, pero se dieron cuenta de que Lautaro tenía un bigote que apenas comenzaba a brotar.

"¿Te sentís raro con esos cambios?" - preguntó Agus con curiosidad.

"Al principio sí, pero ahora me parece divertido, ¡siento que soy más adulto!" - se rió Lautaro al notar la sorpresa en sus amigos.

Decididos a descubrir más, Sofía, Tomás, Agus y Lautaro se propusieron a hacer un mini-research. Al día siguiente, en la escuela, fueron a la biblioteca y leyeron libros sobre la pubertad.

"Miren esto!" - exclamó Sofía. "Aquí dice que las niñas pueden empezar a menstruar y que los chicos pueden tener cambios en la voz." -

"¿En serio?" - dijo Agus, sorprendido. "¿Eso significa que todos vamos a tener esos cambios?"

"Sí, ¡es algo natural!" - agregó Tomás, asintiendo con la cabeza. "Y lo mejor es que cada uno vive su tiempo, así que no hay que apurarse."

Sin embargo, un día, mientras estaban en el parque, Tomás se sintió un poco inseguro porque estaba ganando algunos kilos. Se quedó callado y, al ver su tristeza, sus amigos decidieron ayudarlo.

"Tomás, ¿qué te pasa?" - preguntó Lautaro.

"Voy a hacer dieta y ejercicio, estoy creciendo y no me siento bien..." - respondió Tomás con una expresión preocupada.

"No te sientas así, amigo. Todos estamos cambiando, y es importante querernos tal como somos. Podés hablar con tus papás y preguntarles sobre cómo te sentís, eso siempre ayuda." - sugirió Sofía con una sonrisa.

"Sí, recordá que somos un equipo, ¡y estamos todos juntos en esto!" - agregó Agus.

Tomás sonrió al ver el apoyo de sus amigos, y juntos decidieron hacer ejercicios en el parque para sentirse mejor. Jugaron al fútbol, corrieron, y se rieron muchísimo.

Con el tiempo, y mucho apoyo entre ellos, Tomás entendió que los cambios eran parte normal de crecer. Aprendieron a compartir lo que sentían, y eso fortaleció su amistad.

"¡No puedo creer que pasamos por esto y seguimos siendo amigos!" - dijo Tomás un día mientras se sentaban a comer en la cantina de la escuela.

"Eso es lo más importante, ¡siempre juntos!" - respondieron Sofía, Agus y Lautaro al unísono.

Y así, los amigos continuaron sus días de aprendizaje, riendo, jugando y apoyándose mutuamente a medida que avanzaban en la aventura de la pubertad. Aprendieron que, aunque las cosas cambiaban, su amistad era más fuerte que cualquier transformación.

Encima de todo, comenzaron a entender que cada uno era único y especial. La pubertad podía ser desafiante, pero también era un tiempo para crecer, explorar y aprender sobre sí mismos.

Y así, en el barrio de Luján, sus corazones estaban llenos de alegría y una amistad sólida, lista para enfrentar cualquier cambio que la adolescencia les traiga.

FIN.

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