La Aventura de los Cambios



En un pequeño barrio de Buenos Aires, un grupo de amigos se reunía después de la escuela en el parque. Entre ellos estaban Lucas, Ana y Juan. Todos estaban emocionados por el comienzo del verano, pero también eran conscientes de que algo raro estaba sucediendo.

Un día, mientras jugaban al fútbol, Lucas se quedó mirando su reflejo en el charco que había dejado la lluvia.

"Che, miren cómo me ha crecido la barba en el chinito", dijo entre risas, tocándose la cara.

Ana lo miró curiosa.

"Eso es porque estás en la pubertad, Lucas. Es algo que todos pasamos, incluso yo", explicó, mientras se ajustaba la coleta que había empezado a trenzarse.

Juan frunció el ceño.

"¿Qué es eso de la pubertad?"

"Es cuando nuestros cuerpos comienzan a cambiar y nos volvemos más grandes. A veces puede ser raro o incómodo, pero es completamente normal", aclaró Ana.

"¿A quién le gusta que le cambien el cuerpo?" protestó Juan, que había notado que sus pies se habían vuelto más grandes y ya no podía usar sus zapatillas de siempre.

Esa tarde, decidieron ir a casa de Ana para investigar más sobre el tema. Abrieron algunos libros de biología que encontró en el rincón de su habitación.

"Mirá esto", dijo Ana, señalando una ilustración llena de colores. "Aquí dice que es una etapa de crecimiento físico y emocional. Pasaremos por cambios en nuestras emociones también. Como cuando a veces nos sentimos súper felices y de pronto estamos tristes sin razón. Estoy segura de que es parte de todo esto".

"Como una montaña rusa de emociones", sugirió Lucas.

Justo en ese momento, su madre entró al cuarto.

"¿De qué están hablando tanto?"

"De la pubertad, mamá. ¡Es una aventura!" exclamó Ana.

"Es verdad, es una aventura", sonrió su madre. "En esa etapa aprenderán sobre su identidad, comenzarán a entenderse mejor y a aceptar sus cambios. ¡Es un momento emocionante!"

Pero sorprendentemente, justo al día siguiente de esta conversación, comenzó a suceder algo raro. Ana notó que Lucas se estaba comportando de manera muy extraña; se mostraba un poco más molesto y distante. Ana trató de hablar con él durante el recreo.

"Lucas, ¿qué te pasa?"

"Nada, solo estoy cansado", respondió él sin mirar.

Ana decidió hablar con Juan para ver si él había notado algo diferente en Lucas.

"Me parece que Lucas está perdiendo el control de sus emociones. La pubertad debe estar afectándolo", dijo Juan.

"Quizás deberíamos hablar con él y ayudarlo. No está solo en esto", sugirió Ana.

Al día siguiente, Ana y Juan llevaron a Lucas a un rincón tranquilo del parque, donde se sentaron en un banco.

"Che, Lucas, te conocemos desde hace años. Si estás pasando por algo difícil, estamos aquí para ayudarte", dijo Juan.

Lucas, mirando al suelo, finalmente confesó,

"Es que, a veces, estas emociones me abruman y no sé cómo manejarlas. También me siento diferente y no sé si a alguien más le pasa lo mismo".

"A todos nos está pasando algo similar, Lucas. No estás solo, y por eso es bueno que hablemos y compartamos cómo nos sentimos", le aseguró Ana.

Después de esa conversación, Lucas se sintió más aliviado. No iba a importar si crecía más o si su voz cambiaba; lo importante era que tenía a sus amigos.

Con el tiempo, los tres amigos pasaron por la pubertad juntos. Aprendieron a aceptar sus cambios, a hablar sobre sus emociones y a apoyarse mutuamente.

"No sé ustedes, pero creo que esta aventura nos hace más fuertes", dijo Juan un día mientras compartían helados en el parque.

"Sí, y lo mejor de todo es que estamos juntos en esto", agregó Ana sonriendo.

Y así, con cada nuevo día y con cada cambio, Lucas, Ana y Juan fortalecieron su amistad y se convirtieron en los mejores aliados en esta etapa de sus vidas, aprendiendo que cada cambio era parte de su hermosa aventura de crecer.

FIN.

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