La Aventura de los Celos
En un pequeño pueblo lleno de flores y risas, vivían dos jóvenes, Brandom y Yoselin, que estaban muy enamorados. Eran conocidos por todos como la pareja perfecta. Pero un día, al pueblo llegó un exnovio de Yoselin, llamado Leo, que generó un revuelo en su relación.
Un soleado sábado, Yoselin y Brandom decidieron ir al parque a disfrutar de un picnic. Estaban muy felices, riéndose y compartiendo sus sueños.
-Yoselin, ¿qué hiciste hoy? –preguntó Brandom mientras preparaba sus sándwiches.
-Algunas tareas y esperar con ganas para poder verte –respondió ella con una sonrisa.
Cuando comenzaron a comer, Yoselin divisó a Leo justo al otro lado del parque.
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Mirá, está Leo, el ex –dijo Yoselin sin poder aguantar la risa. –Seguro viene a presumir.
-Sólo son amigos del pasado –dijo Brandom, pero en su voz se notaba un tono de celos.
Mientras tanto, Leo se acercaba con una gran sonrisa.
-¡Hola, Yoselin! No esperaba verte aquí.-dijo Leo con entusiasmo.
-Hola, Leo. ¿Cómo estás? –respondió ella, con un tono amable.
-Brandom, ¿cómo estás? –le preguntó Leo a Brandom, que sólo pudo responder con un murmullo.
La conversación entre los tres empezó a ser incómoda. Brandom, aunque quería mostrarse seguro, no podía evitar sentir celos.
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Leo, ¿todavía sigues en la ciudad? –preguntó Brandom tratando de mantener la calma.
-Sí, he regresado para resolver algunos asuntos.
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¿Y qué tipo de asuntos? –insistió Brandom, sintiéndose cada vez más molesto.
-Yo... estoy aquí para encontrar nuevas oportunidades –dijo Leo, sonriendo.
Después de un momento tenso, Yoselin se dio cuenta de que Brandom se estaba inquietando. Decidida a terminar con los celos, tomó una gran respiración.
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¿Sabes qué? –dijo Yoselin. –Brandom, lo que importa aquí es que estoy feliz con vos, y que confío en nuestra relación.
-Sí, claro… lo sé –respondió Brandom, pero su voz no sonaba tan convencida.
Como si el universo escuchara los pensamientos de Brandom, en ese instante, un grupo de niños pasó corriendo, haciendo que una de las canastas de picnic se volcara, llenando a todos de frutas y sándwiches.
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¡Vengan a ayudar! –gritó Yoselin, y de inmediato se unieron para recoger todo.
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¡Mirá, esto fue un desastre! –decía Leo muy divertido mientras ayudaba a levantar los bocadillos.
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A veces, las cosas se desordenan, pero podemos arreglarlo entre todos –dijo Yoselin, sonriendo, intentando crear un ambiente más ligero.
Con el caos en el aire, Leo tuvo que marcharse. Yoselin pudo ver que el corazón de Brandom se había calmado un poco.
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Lo ves, Brandom. Leo es parte de mi pasado. Ahora estoy aquí, contigo.
-Sí, lo sé –respondió él, sintiéndose un poco avergonzado.
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Los celos no nos ayudan, ¡deberíamos disfrutar de nuestra relación! –dijo Yoselin mientras se abrazaban.
Desde ese día, Brandom se esforzó por hablar cada vez que sentía celos. Aprendió a confiar más en Yoselin y en su amor, y juntos compartieron momentos inolvidables en el parque y más allá. Descubrieron que la comunicación era la clave para mantener una relación sana.
Ambos dejaron atrás sus miedos, disfrutando juntos del presente y aprendiendo a enfrentar los desafíos con valentía y confianza, convirtiéndose en un ejemplo para otros en su pueblo.
Así, el pequeño pueblo fue testigo de cómo Brandom y Yoselin superaron los celos y fortalecieron su amor. Y lo mejor de todo, nunca olvidaron que hablar con honestidad y abrir el corazón era lo que les mantenía unidos.
Y así donde hay amor y confianza, no hay lugar para los celos.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.