La Aventura de los Colores Perdidos



En un pequeño pueblo llamado Arcoíris, vivían muchos colores. Cada color tenía una personalidad única y todos se llevaban muy bien. Rojo era siempre el más entusiasta, Azul era tranquilo y sosegado, Amarillo siempre brillaba con alegría, y Verde amaba la naturaleza. Sin embargo, un día, algo inesperado sucedió.

Todo comenzó cuando Todos los colores se reunieron en la plaza central para planear la Fiesta de los Colores, un evento que se celebraba cada año. La plaza se llenó de risas y sonidos mientras cada color compartía sus ideas.

- ¡Este año propongo que hagamos una competencia de danzas! - exclamó Rojo, moviendo sus pinceladas con entusiasmo.

- ¡Y yo sugiero que hagamos un mural gigante! - añadió Amarillo, iluminando a todos con su alegría.

- Podríamos tener un concurso de disfraces también - dijo Verde, pensando en los árboles y flores que tanto amaba.

De repente, el cielo se oscureció, y un viento fuerte sopló por el pueblo. Un hechicero malvado, llamado Gris, apareció de la nada.

- ¡Hola, colores alegres! He venido a despojar a su pueblo de su alegría - dijo el hechicero, mientras un destello gris llenaba el aire.

Antes de que pudieran reaccionar, cada uno de los colores desapareció uno a uno, y el pueblo se tornó gris y triste. Afortunadamente, Azul, que había quedado escondido detrás de un árbol, logró escapar. Al ver lo que había sucedido, se sintió muy preocupado.

- ¡Los colores han desaparecido! Tengo que hacer algo - decidió. Así que se armó de valor y salió a buscar a sus amigos.

Primero, fue a la selva para encontrar a Verde.

- ¡Verde! ¿Dónde estás? - gritó Azul, asomándose entre los árboles.

- ¡Estoy aquí! - respondió Verde, saliendo de detrás de un arbusto. - Gris me atrapó, pero logré escaparme.

- ¡Genial! Ahora tenemos que buscar a los demás. - dijo Azul. Juntos, corrieron hacia la montaña donde creían que podría estar Amarillo.

Al llegar, encontraron a Amarillo atrapado en una nube gris. Azul miró a su alrededor y tuvo una idea.

- Esto es lo que haremos. Usaremos nuestro ingenio! - dijo. - Amarillo, trata de brillar lo más que puedas.

Amarillo, emocionado, comenzó a parpadear y brillar intensamente. El gris empezó a despejarse un poco, y la nube comenzó a desvanecerse.

- ¡Lo estás logrando! - gritaron Verde y Azul al unísono.

Sin embargo, aún faltaba Rojo. Decidieron que lo buscarían en el lago. Cuando llegaron, vieron que el reflejo del agua se había vuelto gris y sombrío.

- ¡Rojo! - llamaron.

- ¡Aquí estoy! - dijo, atrapado entre las piedras del fondo del lago.

- ¡No te preocupes, amigo! ¡Vamos a liberarte! - dijo Azul. Junto a Verde y Amarillo, idearon un plan.

Verde utilizó sus raíces para tratar de mover las piedras, mientras Amarillo iluminaba el agua y Azul soplaba con su brisa tranquila. Juntos, lograron liberar a Rojo.

- ¡Gracias! No sabía si podría salir de allí - dijo Rojo, aliviado.

- ¡Ahora tenemos que regresar y salvar a nuestro pueblo! - recordó Azul.

Juntos, corrieron de vuelta a Arcoíris, donde vieron que el pueblo seguía apagado. Se tomaron de las manos y dijeron en voz alta:

- ¡Colores, vuelvan y llenen nuestra ciudad con alegría!

Qué sorpresa se llevaron cuando, de repente, un destello de luz comenzó a brotar de cada uno de ellos.

Cada color comenzó a brillar con su luz, e incluso el hechizo del malvado Gris empezó a desvanecerse. Uno por uno, los colores comenzaron a brillar y llenar el pueblo.

- ¡No! ¿Qué está pasando? - gritó Gris, viendo cómo perdía su poder.

Con un grito de rabia, el hechicero desapareció de nuevo, dejando sola a su sombra gris. Pero antes de que se dieran cuenta, todos los colores regresaron a su lugar, llenando Arcoíris de luz y alegría nuevamente.

- ¡Lo logramos! - exclamó Rojo, feliz y emocionado.

- Juntos, somos más fuertes que cualquier sombra gris - agregó Azul.

- ¡Y nunca debemos olvidar lo especiales que somos! - dijo Amarillo.

Al final, decidieron hacer la Fiesta de los Colores más grande que nunca, celebrando no solo la alegría de ser diferentes, sino también la maravilla de la amistad y la unidad.

Desde ese día, los colores aprendieron a valorar su diversidad y a trabajar juntos para que Arcoíris nunca se apagara de nuevo.

FIN.

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