La Aventura de los Dos Ositos
En un hermoso bosque rodeado de árboles altos y ríos cristalinos, vivían dos ositos muy especiales: Balú, el osito blanco, y Negrú, el osito negro. Ambos eran amigos inseparables y juntos disfrutaban de cada día llenándolo de risas y juegos.
Un día, mientras Balú se protegía de la lluvia levantando sus manos, Negrú decidió dar unas patadas en el suelo, levantando hojas y tierra.
"¡Mirá, Balú! Estoy creando una lluvia de hojas", -gritó Negrú emocionado.
"¡Eso es genial!", -respondió Balú mientras se tapaba con sus manos. "Pero ten cuidado, que no quiero mojarme completamente".
Mientras jugaban, una nube oscura se acercó al bosque.
"¿Qué es eso?", -preguntó Balú mirando hacia el cielo.
"Parece que se viene una tormenta", -contestó Negrú, que dejó de saltar.
"Vamos a refugiarnos en nuestra cueva", -dijo Balú, siempre precavido.
Ambos corrieron a su cueva, pero al llegar, se dieron cuenta de que había un gran problema:
"¡Oh no! ¡La entrada está bloqueada por un montón de ramas!", -exclamó Balú.
"¡Vamos a despejarla! Con nuestras manos fuertes, lo lograremos", -propuso Negrú, optimista. Los dos ositos comenzaron a mover las ramas con sus manos.
Mientras trabajaban juntos, Balú notó que algunos bichitos estaban atrapados.
"Negrú, mirá, esos bichitos no pueden salir. ¿Qué haremos?", -preguntó con preocupación.
"No puedo dejar que se queden aquí", -respondió Negrú decidido. "¡Los ayudaremos!".
Así que, en lugar de seguir despejando la entrada de la cueva, comenzaron a ayudar a los bichitos. Los levantaron cuidadosamente y los liberaron.
"¡Gracias, ositos! ¡Eran mis amigos!", -dijo una mariquita emocionada.
"¡Qué bien! Ahora podemos seguir ayudando a todos los demás!", -dijo Balú con una gran sonrisa.
Después de liberar a todos los bichitos, la lluvia comenzó a caer con fuerza.
"¡Es hora de buscar refugio otra vez!", -gritó Balú.
"Sí, pero... ¿y si ayudamos a otros que no estén seguros?", -propuso Negrú con valentía.
Ambos estaban felices de ayudar. Así que bajo la lluvia, Balú protegió a Negrú.
"Con mis manos así, puedo cubrirte", -dijo Balú contento.
Negrú, pensando rápido, le dijo: "Y yo con mis patas aquí, ayudaré a los demás a llegar a un lugar seguro".
¡Y así los dos ositos corrieron juntos! Ayudaron a los pájaros a encontrar árboles donde refugiarse y a otros bichitos a llegar a sus casa, mientras la lluvia caía. Cuando llegaron a un claro, se dieron cuenta de que habían hecho una gran diferencia.
"No solo nos protegimos nosotros, sino que ayudamos a toda la naturaleza", -dijo Balú admirando su trabajo.
"Exacto, Balú! A veces, ayudar a otros puede ser mejor que cuidar solo de uno mismo", -respondió Negrú muy orgulloso.
Cuando la tormenta pasó, el sol brilló de nuevo en el cielo.
"¿Ves? Después de la lluvia siempre viene la alegría", -dijo Balú mientras miraban el arcoíris.
"Sí, y ahora somos más felices porque ayudamos a nuestros amigos", -dijo Negrú con una sonrisa.
Así, Balú y Negrú aprendieron que la verdadera felicidad nace de la bondad y la solidaridad. Disfrutaron juntos de la nieve que llegó después y se rascaron la nariz mientras jugaban. Y así, los dos ositos, blanco y negro, continuaron viviendo muy felices, inspirando a todos en el bosque.
FIN.