La aventura de los extraterrestres en el aula




Había una vez, en un planeta muy lejano, unos curiosos alienígenas llamados Zark y Lula, que viajaban por el espacio en su nave espacial. Un día, mientras exploraban, avistaron un planeta azul y verde que les llamó la atención. Decidieron acercarse un poco más para observarlo. Al hacerlo, vieron a través de sus potentes cámaras una escena muy curiosa: un grupo de niños en un aula, riendo, jugando y aprendiendo. Fascinados, Zark y Lula decidieron bajar a investigar.

Al aterrizar, los niños se sorprendieron al ver a los extraterrestres entrar en su aula. Pero en lugar de tener miedo, los pequeños estaban emocionados y curiosos por conocer a los nuevos visitantes. Los alienígenas, con gestos amigables, les hicieron entender que venían en son de paz. Empezaron a comunicarse con gestos y sonidos, enseñándoles canciones alegres y divertidos juegos alienígenas. Los niños, emocionados, imitaron los gestos y aprendieron las canciones con entusiasmo.

- ¡Hola, somos Zark y Lula! - dijo Zark con su voz chillona a través de un traductor que llevaba en su muñeca. - Queremos compartir con ustedes un mensaje de amistad y diversión.

Los niños, asombrados, preguntaron a los extraterrestres sobre su viaje por el espacio y cómo era la vida en su planeta. Zark y Lula les contaron sobre sus aventuras y les explicaron que, aunque eran muy diferentes, todos podían comunicarse, aprender y divertirse juntos.

Los días pasaron, y Zark y Lula se convirtieron en amigos de los niños, compartiendo conocimientos y aprendiendo de su cultura. Juntos, inventaron nuevos juegos, canciones y gestos que combinaban lo mejor de ambos mundos. Los niños aprendieron sobre la importancia de la amistad, la diversidad y la apertura hacia lo desconocido. Los alienígenas, a su vez, descubrieron la belleza de la inocencia y la curiosidad de los niños.

Finalmente, llegó el momento de despedirse. Los niños se entristecieron al pensar que Zark y Lula se irían, pero los extraterrestres les prometieron que siempre estarían con ellos en sus corazones. Antes de partir, los alienígenas dejaron un regalo para los niños: una piedra luminosa que brillaba en la oscuridad, como símbolo de su amistad eterna. Los niños, emocionados, se despidieron agitando sus manos, cantando la canción que Zark y Lula les habían enseñado y sintiendo que la amistad verdadera trascendía los límites del universo.

FIN.

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