La aventura de los gatos de Halloween



Era una noche oscura y lluviosa en el pequeño pueblo de Montaña Alegre. Los gatos del vecindario estaban emocionados porque se acercaba Halloween, la época del año en que todos llevaban disfraz y se contaban historias aterradoras. En el rincón de la plaza, bajo un viejo árbol, se reunieron todos los felinos, listos para organizar la mejor noche de Halloween de la historia.

La líder del grupo, la astuta gatita llamada Luna, propuso:

"¡Chicos! Propongo que hagamos un concurso de disfraces y lo celebremos cerca del río. Es un lugar mágico, sobre todo en las noches de lluvia."

"Sí, pero si llueve tanto, el río podría desbordarse", dijo Tomi, un gato naranja que siempre pensaba en lo peor.

"No te preocupes, Tomi. Estamos en Montaña Alegre, siempre hay un lugar seguro donde refugiarse. Además, ¡la lluvia hace que la noche sea más emocionante!" respondió Luna.

Los gatos comenzaron a prepararse. Cada uno trabajó en sus disfraces. La persiana del hogar de Doña Chichí se movió, y apareció el gato más viejo del barrio, Don Gato, quien se acercó con sabiduría.

"Buenos felinos, ¿qué tal si les cuento una historia que hice sobre una noche de Halloween hace muchos años?" dijo Don Gato,

"¡Sí! ¡Queremos escucharla!" gritaron los demás emocionados.

Don Gato empezó a narrar:

"Una vez, un grupo de gatos decidió que también quería tener su Halloween. Salieron al bosque, pero la lluvia comenzó a caer. Al principio se asustaron, pero luego descubrieron que el agua les había dado poderes increíbles, ¡podían saltar más alto y correr más rápido!"

Los gatos escuchaban atentos, abriendo los ojos como platos.

"¿Y qué hicieron luego?" preguntó una pequeña gata negra llamada Nube.

"Aprovecharon sus nuevos poderes para hacer travesuras y asustar a otros animales del bosque, y al final todos compartieron caramelos. Lo importante es que se divirtieron juntos, a pesar de la tormenta".

Los gatos miraron por la ventana y vieron que la lluvia arreciaba. Tomi, todavía preocupado, dijo:

"¿Y si el río se llena y no podemos volver?"

Luna, confiada, respondió:

"Siempre hay una forma de volver a casa. Y si alguna vez nos sentimos perdidos, simplemente seguiremos el olor de las galletitas que hace Doña Chichí".

Así, decidieron seguir adelante con su plan. Cuando llegaron al río, ¡sorpresa! El lugar estaba más hermoso que nunca, iluminado por las luces de linternas de calabaza que habían llevado. Pero en medio de la celebración, el río comenzó a crecer. Todos los gatos se asustaron.

"¡El río se desborda!" gritó Nube

"¡No, no! ¡Hay que sacar nuestras linternas y formar una fila! Con calma, podemos cruzar por las piedras grandes" dijo Luna, con la voz firme.

Los gatos obedecieron y formaron una cadena, apoyándose unos a otros. La lluvia seguía cayendo, pero bajo la luz de sus linternas, lograron encontrar un camino seguro entre las piedras. Al llegar al otro lado, todos estaban empapados, pero felices.

"¡Lo logramos!" exclamó Tomi, sorprendido de haber podido cruzar.

De repente, la lluvia se detuvo, y apareció un hermoso arcoíris en el cielo. Todos los gatos miraron hacia arriba, maravillados.

"Esto es increíble", dijo Luna.

Y así, gracias a su valentía y trabajo en equipo, no solo disfrutaron de una noche de Halloween inolvidable, sino que también aprendieron a no dejarse llevar por el miedo. El río, aunque amenazador, les había enseñado que juntos eran fuertes.

"¡Volvamos a casa! Vamos a contarles a todos lo que pasó, ¡y a pedir más galletitas!" gritó Nube.

Y así, los gatos regresaron triunfantes a Montaña Alegre, listos para celebrar otro Halloween al año siguiente, recordando siempre la noche en que la lluvia los unió aún más.

FIN.

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