La Aventura de los Hermanos en el Parque
Era un soleado sábado por la mañana y los hermanos Mateo y Lucía decidieron ir al Parque de la Amistad. Llevaban tiempo planeando este paseo y estaban muy emocionados. Con sus mochilas llenas de sándwiches y juegos, tomaron la bicicleta y se dirigieron al parque.
"¡Vamos, Lucía! No podemos esperar a llegar y jugar en los toboganes" -dijo Mateo mientras pedaleaba rápido.
"Sí, y también quiero ver los patos en el lago" -respondió Lucía sonriendo.
Al llegar al parque, la vista era perfecta. El sol brillaba, los árboles estaban llenos de hojas verdes, y los niños jugaban en la plaza. Los hermanos corrieron hacia los toboganes, pero pronto se dieron cuenta de que había un problema: una gran fila de niños esperaba para jugar.
"Mmm, parece que tendremos que esperar un rato" -dijo Lucía, un poco decepcionada.
"No hay problema, busquemos otra cosa para hacer" -sugirió Mateo.
Así que comenzaron a caminar por el parque, cuando de repente, notaron que un grupo de chicos estaba jugando a la pelota en la cancha.
"¡Vamos a preguntar si podemos jugar con ellos!" -dijo Mateo entusiasmado.
"Pero... ¿y si no nos quieren dejar?" -preguntó Lucía, un poco nerviosa.
"Lo peor que puede pasar es que digan que no. Vení, yo te acompaño" -la animó Mateo.
Se acercaron al grupo de chicos y presentaron su idea.
"Hola, ¿podemos jugar con ustedes?" -preguntó Mateo.
Uno de los chicos, Luca, les sonrió.
"¡Claro! Cuantos más seamos, mejor. Yo estoy por sacar el equipo".
Los hermanos se unieron y, aunque al principio no sabían mucho del juego, pronto se encontraron corriendo y riendo juntos. Se sentían parte de un equipo, y eso les dio mucha alegría.
Pero mientras jugaban, Mateo notó que una de las chicas, Sofía, se apartó del grupo y se veía un poco triste.
"¿Por qué no jugás con nosotros?" -le preguntó Mateo.
"No se jugar muy bien, tengo miedo de hacer el ridículo" -respondió Sofía, bajando la mirada.
Lucía, que estaba a su lado, pensó un momento y luego dijo:
"Pero todos empezamos a jugar en algún momento. A veces hay que intentarlo, por eso estamos aquí. ¿No te gustaría aprender?".
Sofía miró a los hermanos, pensativa.
"Pero... ¿y si me sale mal?" -se preocupó.
"No te preocupes, lo importante es divertirnos. ¡Vení! Te enseñamos" -dijo Mateo, sonriendo.
"Eso, ¡vamos! A nosotros también nos costó un poquito al principio" -agregó Lucía.
Sofía decidió intentarlo. Los hermanos organizaron una pequeña clase para enseñarle a jugar, y aunque se cayó varias veces y falló algunos tiros, empezó a reírse y disfrutar del juego. A los pocos minutos, los demás chicos se unieron a la diversión, y la cancha se llenó de risas.
Después de jugar una buena hora, todos se sentaron a descansar bajo un árbol.
"Qué bien que se siente formar parte de un grupo" -dijo Mateo, sintiéndose feliz.
"Y además, Sofía, hiciste un gran trabajo hoy. ¡Te felicito por intentarlo!" -agregó Lucía.
Sofía sonrió ampliamente.
"Gracias, es la primera vez que juego así y me divertí muchísimo. Gracias a ustedes por invitarme".
Los hermanos se miraron y sintieron que su paseo había sido mucho más que un día en el parque. Habían hecho nuevos amigos y ayudado a alguien a superar su miedo.
"Hoy aprendimos algo muy importante" -dijo Mateo mientras se preparaban para volver a casa.
"Sí, que siempre hay que intentar nuevas cosas y no tener miedo de pedir ayuda. ¡Eso nos hizo tener un día increíble!" -concluyó Lucía.
Y así, con el corazón lleno de alegría y nuevas experiencias, los hermanos regresaron a casa, listos para contarle a su mamá sobre su gran aventura en el parque.
FIN.