La Aventura de los IADAS



En un pequeño pueblo de Argentina, había una escuela peculiar llamada "La Casa de los Sueños". Eran los IADAS, un grupo de docentes apasionados por ayudar a niños y niñas que a veces tenían comportamientos desafiantes. Un día soleado, la directora, la señora Marta, convocó a todo el equipo docente.

"¡IADAS! Necesito su ayuda. Hoy vamos a organizar una gran jornada de juegos para los niños. Será una oportunidad perfecta para demostrarles lo que podemos hacer juntos."

Los IADAS se miraron entre sí, llenos de emoción y un poco de nervios. Sabían que algunos de los niños podían volverse inquietos o hacer travesuras cuando estaban en grupo, pero estaban listos para el desafío.

Con mucha creatividad, decidieron organizar tres actividades: un rally por equipos, una búsqueda del tesoro y una obra de teatro improvisada. Todos los IADAS se pusieron a trabajar, elaborando listas de materiales y planificando sus roles.

El día de la jornada, el parque de la escuela estaba lleno de risas y colores. Sin embargo, algo inesperado ocurrió. En medio de la búsqueda del tesoro, dos niños, Lucho y Sofía, empezaron a pelear por un juguete.

"¡Es mío!" gritó Lucho, tirando del objeto.

"¡No es cierto! ¡Yo lo encontré primero!" respondió Sofía, haciendo lo mismo.

Los IADAS se miraron preocupados, pero recordaron que este era un buen momento para enseñarles sobre el trabajo en equipo. La señora Marta se acercó a ellos.

"Chicos, ¿qué tal si hacemos una cosa? Vamos a compartir el juguete y buscar juntos el siguiente tesoro. ¡La diversión es mucho mejor cuando la compartimos!"

Lucho y Sofía se miraron, y tras un momento de duda, decidieron intentarlo.

"Está bien, vamos a buscar juntos. Tal vez podamos encontrar el tesoro más grande de todos", dijo Sofía, sonriendo.

Pronto, todos los niños se unieron a la búsqueda y comenzaron a ayudar a otros grupos. La sonrisa de la señora Marta se amplió cuando vio cómo el ambiente cambiaba. Por primera vez, notó cómo los niños hacían amistades y se ayudaban mutuamente.

"¡Vení, mirá lo que encontramos!" decía Juan, mientras mostraba un mapa dibujado a lápiz.

"¡Sí! ¡Podemos seguirlo!" contestó Carla entusiasmada.

Sin embargo, justo cuando pensaban que todo iba bien, se hizo un gran silencio.

En un rincón del parque, Luca, un niño que normalmente era muy callado y se sentía fuera de lugar, estaba sentado solo, retirado y triste.

"¿Por qué no te unes a nosotros, Luca?" le preguntó la señora Ana, una de las IADAS.

"A veces creo que no soy tan divertido como los demás..." respondió Luca con su cabecita baja.

La señora Ana recordó una historia que siempre contaba.

"Luca, cada uno de nosotros es especial a su manera, como los colores del arcoíris. Todos sumamos a esta aventura. ¿Qué te gustaría hacer hoy?"

Luca, sorprendido, finalmente sonrió.

"Me encanta dibujar. Tal vez pueda hacer un mural para que todos lo vean."

"¡Eso es una gran idea! Vamos a crear un espacio donde todos puedan plasmar sus ideas en él", dijo la señora Marta, muy entusiasmada.

Así, empezaron a pintar juntos un gran mural donde cada niño aportó con un dibujo. Permitieron que la creatividad fluyera, y todos estaban involucrados y felices. Al final de la jornada, el mural mostraba un hermoso paisaje lleno de imágenes que representaban amistad, alegría, y la diversidad.

"Gracias, IADAS, por ayudarnos a unirnos. Este mural es tan especial como cada uno de nosotros", dijo Lucho, alzando la voz entre sus amigos y sonriendo.

La jornada terminó con un gran aplauso. Los IADAS se sintieron satisfechos y felices de haber hecho la diferencia en la vida de esos niños.

"Recuerden, siempre es mejor trabajar juntos y compartir en la aventura de la vida. Cada uno de ustedes es importante para crear un mundo lleno de colores", concluyó la señora Marta mientras abrazaba a los niños.

Y así, en la Casa de los Sueños, los IADAS enseñaron a todos, no solo sobre juegos y risas, sino sobre lo valioso que es compartir, unirse, y ser uno mismo en una comunidad llena de distintas formas de ser.

Desde entonces, el mural que hicieron juntos se convirtió en un símbolo de su amistad y aprendizaje, mostrando que si se trabaja en equipo y se lleva la actitud correcta, todo puede ser posible.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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