La Aventura de los Jardineros de la Amistad
En un pequeño pueblo llamado Buenavista, había un grupo de jardineros que trabajaban en el parque central. Eran un equipo muy diverso, con diferentes personalidades y talentos, pero a veces chocaban entre sí. Un día, su jefe, la señora Margarita, decidió que era hora de mejorar las relaciones laborales entre ellos.
"¡Hola, equipo! hoy vamos a hacer algo especial para fortalecer nuestra amistad y aprender a trabajar mejor juntos!" - anunció la señora Margarita con una sonrisa.
Los jardineros miraron intrigados.
"¿Qué tenés en mente, señora Margarita?" - preguntó Lucas, el más joven del grupo.
"Hoy realizaremos dinámicas de equipo. Primero, haremos un juego de rol. Vamos a imaginar que somos diferentes plantas y nos necesitamos unos a otros para crecer. ¿Quién quiere ser la primera planta?" - dijo la señora Margarita.
"Yo soy un girasol, necesito al sol para crecer" - dijo Flor, la más optimista del grupo.
"Yo soy una enredadera, que depende de otras plantas para escalar" - dijo Pablo, un poco tímido.
Poco a poco, el juego fue tomando forma. Cada jardinero debía expresar cómo podía ayudar a los demás a crecer y florecer.
"Yo, como girasol, mando buena energía y alegría al grupo" - dijo Flor.
"Y yo, como enredadera, puedo sostener a las plantas más pequeñas si necesitan apoyo" - agregó Pablo, sintiéndose más seguro.
Después del ejercicio, la señora Margarita les preguntó:
"¿Qué aprendieron?"
"Aprendimos que todos somos importantes y necesitamos apoyarnos entre nosotros para crecer mejor" - respondió Lucas.
Pero no todo fue tan fácil. Durante la siguiente actividad, hubo un malentendido entre dos jardineros. Carlitos, el más bromista de todos, decidió cambiarse de rol y ser una cactus.
"¡No, Carlitos! ¡Dejá a los cactuses en paz!" - gritó Sofía.
Esto generó un pequeño conflicto, y la señora Margarita decidió intervenir de inmediato.
"Chicos, ¿qué les parece si hablamos de cómo nos sentimos? No hay problema en tener diferentes ideas, pero es importante comunicarnos" - sugirió.
Carlitos, aún riendo, se mostró preocupado por el malentendido.
"No quise ofender a nadie, solo quería hacer que se diviertan" - explicó.
Sofía, respirando profundamente, contestó:
"Está bien, Carlitos. A veces no entiendo tu humor, pero sé que tu intención no es molestarme".
La conversación fue liberadora, y se dieron cuenta de que la clave estaba en la comunicación. Después de eso, decidieron crear un mural en el parque representando a cada planta y cómo se ayudan entre sí. Cada uno iba a aportar algo especial.
"Yo puedo dibujar girasoles, ¡porque siempre miran hacia el sol!" - dijo Flor emocionada.
"Y yo puedo agregar un gran árbol, que aporta sombra y refugio, porque también podemos ser fuertes en equipo" - agregó Pablo.
Cada día, se reunían después de trabajar para sumar ideas al mural, y en el proceso, la amistad fue floreciendo entre todos. Comenzaron a organizar almuerzos grupales, donde cada uno traía un plato típico y así apreciaban la diversidad culinaria de cada uno.
A medida que pasaron las semanas, el parque de Buenavista se transformó en un lugar hermoso. Todos estaban más felices y se sentían parte de un grande y cálido equipo. Hasta el mismo alcalde del pueblo se dio cuenta de cómo había mejorado el parque y la atmósfera entre los jardineros.
"¡Qué maravilla, jardineros! ¿Cuál es su secreto?" - les preguntó un día.
"Estamos aprendiendo a trabajar mejor juntos y a apoyarnos como buenas plantas en un jardín" - respondió la señora Margarita.
Finalmente, el parque se convirtió en un lugar de encuentro no solo para el pueblo, sino también un símbolo de cómo el trabajo en equipo y la amistad pueden hacer florecer cualquier jardín. Y así, los jardineros de Buenavista aprendieron que en la diversidad y la colaboración, había fuerza y hermosura.
- Y colorín Colorado, este cuento ha acabado.
FIN.