La Aventura de los Materiales Perdidos



En un pequeño pueblo llamado Colorín, vivía una niña llamada Lola. Era muy creativa y le encantaba hacer dibujos, pero siempre tenía problemas con sus materiales escolares. Sus lápices y colores nunca estaban en el lugar donde los dejaba. Un día, su profesora, la señora Elena, anunció una competencia de dibujos que se celebraría en una semana.

"Chicos, el ganador tendrá un hermoso libro de arte para seguir creando", dijo sonriente la señora Elena.

Lola estaba emocionada, pero al llegar a casa, se dio cuenta de que su cuaderno de arte estaba perdido bajo un montón de juguetes, libros y ropa desordenada.

"¡Ay, no!", exclamó Lola. "Si no encuentro el cuaderno, no podré participar en la competencia".

Esa noche, mientras intentaba ordenar su habitación, Lola imaginó que sus materiales tomaban vida. De repente, sus lápices, colores y papel comenzaron a hablar entre ellos.

"¡S.O.S.!", gritó el lápiz rojo. "Estamos atrapados en este desorden. ¡Necesitamos tu ayuda!"

"Sí, somos como sobrevivientes en una isla de caos", agregó la goma de borrar con una voz temblorosa.

Lola se sorprendió y no sabía si reír o asustarse. Pero decidió darles la mano.

"No se preocupen, los ayudaré a escapar de este desorden", dijo con determinación.

Así, Lola comenzó a organizar su habitación. Mientras iba ordenando, cada material la iba guiando:

"¡Ponme en el estante!" – gritó el cuaderno de dibujo.

"Yo aquí, al lado de los colores, ¡así no me perderé más!" – dijo el lápiz amarillo.

"¡No olvides a los pinceles!" – recordaba el tarro de pintura.

Lola se dio cuenta de que cuanto más ordenaba, más fácil era encontrar lo que necesitaba. A medida que su habitación se transformaba en un lugar ordenado y acogedor, los materiales se sentían felices y tomaron más vida.

"¡Gracias, Lola! Ahora podemos crear hermosas obras de arte juntos", dijeron al unísono.

Después de mucho esfuerzo, Lola logró ordenar su habitación y, para su sorpresa, encontró el cuaderno escondido en un rincón.

"¡Lo encontré!", gritó emocionada. Ahora podría participar en la competencia.

A la mañana siguiente, llena de energía y motivada, se fue a la escuela. Al llegar, vio que algunos de sus compañeros también tenían problemas similares con el desorden.

"¡Hola, chicos!", saludó. "¿Quieren que les cuente cómo logré encontrar mis materiales?"

Sus amigos la miraron intrigados.

"¿Cómo lo hiciste?" preguntó Tomás.

"Hice una misión de rescate con mis materiales. Los organice y ahora son más felices. Todo tiene su lugar, ¡y así es mucho más fácil trabajar!"

Curiosos, sus amigos decidieron seguir el consejo de Lola. Juntos, organizaron sus mochilas y aulas, haciendo montones y separando lo que se necesitaba de lo que no. A medida que convertían el aula en un lugar más ordenado, notaron que podían concentrarse mejor en sus dibujos.

Finalmente, llegó el día de la competencia. Todos estaban listos y llenos de entusiasmo.

"Lola, tu dibujo se ve increíble", dijo Ana admirando el esfuerzo de su amiga.

"Gracias, Ana. Creo que todos tenemos el potencial de crear cosas maravillosas cuando estamos ordenados", respondió Lola con una gran sonrisa.

La competencia fue un éxito. Todos los trabajos fueron expuestos en la galería de la escuela, y la señora Elena comentó sobre la importancia de la organización.

"El orden no solo nos ayuda a encontrar lo que necesitamos, sino que también nos inspira a crear mejor".

Al final del día, Lola y sus amigos aprendieron que cuando el espacio está limpio y ordenado, no solo se siente mejor, sino que también pueden dejar volar su imaginación. Desde ese día, mantuvieron todo en su lugar en casa y en la escuela, ¡y nunca más tuvieron que buscar sus materiales perdidos!

Así, en Colorín, se estableció una nueva regla entre los amigos: "¡El orden nos hace más creativos!". Y vivieron felices, pintando, dibujando y creando un mundo lleno de color y orden.

FIN.

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