La Aventura de los Números y las Figuras en el Bosque Mágico
Era un día soleado en el Bosque Mágico, donde los números del 1 al 10 y las figuras geométricas vivían felices en armonía. En el centro del bosque, los números tenían su propia plaza, rodeados de árboles altos y flores de todos los colores. Cada número tenía una personalidad única: el 1 siempre estaba listo para iniciar nuevas aventuras, el 2 era un gran compañero, el 3 solía contar historias divertidas, mientras que el 10, que era el más grande, era el líder del grupo.
Un día, mientras los números jugaban a la escondida, escucharon un grito que provenía de la parte más profunda del bosque.
"¡Ayuda! ¡Ayuda!" - gritaba un pequeño conejito llamado Rabo, con sus orejas largas y suaves.
Los números se miraron entre sí, intrigados por la situación.
"¡Rápido! Tenemos que ayudar!" - dijo el 3, mientras se encaminaba hacia el grito.
Cuando llegaron, encontraron a Rabo atrapado en una trampa.
"¿Cómo llegaste a estar aquí?" - preguntó el 1, preocupado.
"Estaba jugando con mis amigos, y no me di cuenta que salí del sendero..." - explicó Rabo, con una voz temblorosa.
"¡No te preocupes, Rabo!" - dijo el 5, que siempre tenía buenos planes. "Vamos a usar nuestras habilidades para liberarte."
Justo en ese momento, las figuras geométricas, que estaban justo cerca, escucharon el alboroto. Un cuadrado, un triángulo y un círculo se acercaron rápidamente.
"¿Qué pasó aquí?" - preguntó el cuadrado, con su forma robusta y seria.
"El conejito está atrapado en una trampa, necesitamos unir fuerzas!" - respondió el 2.
El triángulo pensó por un momento y dijo:
"Yo puedo usar mi forma afilada para cortar la trampa."
"Perfecto, yo puedo ayudar a estabilizar la trampa con mis cuatro lados!" - añadió el cuadrado.
"Y yo puedo observar desde arriba!" - dijo el círculo, siendo muy redondito y siempre alegre.
Así, los números y las figuras geométricas se unieron para liberar a Rabo de la trampa. Mientras trabajaban juntos, Rabo estaba cada vez más emocionado.
"¡Gracias, amigos! No sé qué haría sin ustedes!" - exclamó el conejito una vez que fue liberado.
"Siempre es mejor trabajar en equipo. Juntos somos más fuertes!" - afirmó el 10, con una gran sonrisa.
Pero justo cuando pensaban que todo estaba bien, comenzó a oscurecerse. Desde el fondo del bosque, apareció un gran lobo con mirada fija.
"¿Qué hacen aquí, números y figuras?" - rugió el lobo, mostrando sus afilados colmillos.
Todos estaban asustados, pero el 1, con su valentía, tomó el liderazgo.
"¡No tienen por qué asustarse! Somos amigos y venimos en son de paz."
"Pero yo tengo hambre..." - respondió el lobo, frunciendo el ceño.
"Podemos compartir nuestra comida con vos si dejas en paz a Rabo" - sugirió el 5, haciendo uso de su astucia.
"¿Comida?" - repitió el lobo, sorprendido.
Los números y las figuras decidieron preparar un gran festín. Mientras las figuras geométricas recolectaban bayas y frutas, los números armaban una ensalada con hojas de lechuga y zanahorias.
"Acá tienen, ¡es una ensalada deliciosa!" - decía el 3, sirviendo generosamente al lobo.
El lobo, al probar la ensalada, no podía creer lo rica que estaba.
"Esto es increíble. Nunca había probado algo así!" - se sorprendió.
Poco a poco, el lobo fue suavizando su actitud y se unió al grupo. Con el tiempo, se hizo amigo de todos y cada vez que podían, se reunían a compartir comidas y contar historias.
Desde aquel día, el Bosque Mágico se convirtió en un lugar de amistad. Los números y las figuras aprendieron que trabajar en equipo les ayudaba a superar cualquier obstáculo y que compartir con otros podía crear lazos inesperados, incluso con alguien que parecía ser un enemigo.
Y así, el bosque siguió lleno de risas, aventuras y nuevas amistades que florecieron por doquier, recordando siempre la lección aprendida:
“Con amistad y colaboración, el mundo se vuelve un lugar mejor.”
FIN.