La Aventura de los Poderes Especiales



Había una vez en un barrio tranquilo de Buenos Aires, una mamá llamada Marta que tenía un poder muy especial. Muchos decían que ella podía estar en todos lados al mismo tiempo, como si tuviera superpoderes.

Una mañana, mientras los niños jugaban en el parque, su hijo Lucas la miró con curiosidad y preguntó:

"Mamá, ¿cuál es tu secreto? ¿Tienes poderes mágicos?"

Marta se agachó a la altura de Lucas y sonrió:

"No tengo poderes mágicos, querido. Solo tengo muchas ganas de hacer cosas y un corazón lleno de amor."

Pero la verdad era que Marta, gracias a su increíble habilidad para organizar su tiempo, parecía una verdadera malabarista. En la casa, mientras cocinaba un rico guiso, ayudaba a su hija Sofía con un dibujo para el colegio y contestaba llamadas de trabajo al mismo tiempo.

Un día, los niños decidieron hacerle una sorpresa. Quisieron demostrarle que, aunque su mamá pudiera hacer todo, ellos querían ayudarla. Así que idearon un plan.

"Vamos a hacerle un dibujo grande y colorido de ella siendo una superheroína", sugirió Sofía.

"Y le escribiremos que ella es la mejor mamá del mundo", agregó Lucas.

Con papel, lápices de colores y mucha emoción, comenzaron a trabajar en el mural. Pero pronto se dieron cuenta de que no sería fácil. Sus amigos del parque, Juan y Ana, se unieron a ellos, pero el tiempo pasaba volando y no lograban terminar el dibujo.

"Chicos, somos un equipo, tenemos que organizarnos como mamá", dijo Juan, recordando cómo ella siempre sabe qué hacer y cuándo hacerlo.

"Buena idea, hagámoslo por partes. Yo me encargaré del cielo”, dijo Ana.

- “Yo dibujo a mamá”, aportó Lucas.

- “Y yo le pondré los colores”, finalizó Sofía con entusiasmo.

De repente, el cielo se nubló y comenzó a llover.

"¡Nooo! No podemos mojarnos el dibujo", se lamentó Sofía.

Pero Lucas tuvo una idea.

"Voy a buscar un cartón grande para proteger el dibujo. ¡Volveré enseguida!"

Mientras Lucas corría hacia la casa, Sofía y Ana continuaron protegiendo el dibujo con sus cuerpos. Al regresar, Lucas pudo cubrir el mural con el cartón justo a tiempo.

Cuando la lluvia cesó, los niños se dieron cuenta de que tenían que trabajar más rápido.

"¿Qué haría mamá en este momento?", preguntó Sofía.

"Ella nunca se rinde, ¡sigamos!" dijo Ana mientras daba vida al sol con un rubio brillante.

Finalmente, lograron terminar el mural. Colocaron una gran estrella en el centro con la frase: "Mamá, nuestra superheroína". Al atardecer, cuando Marta regresó a casa, Lucas y Sofía, junto a sus amigos, la recibieron con una gran sonrisa.

"¡Sorpresa, mamá! ¡Mirá lo que hicimos!" gritó Lucas.

Marta se quedó maravillada al ver el hermoso mural y sintió que su corazón se llenaba de orgullo.

"¡Es hermoso, chicos!", exclamó Marta con lágrimas de felicidad.

"Gracias por ser siempre nuestra súper mamá. Sabemos que no necesitas poderes mágicos porque ya eres una heroína", añadió Sofía.

Desde ese día, Marta comprendió que sus hijos también eran capaces de hacer cosas increíbles cuando trabajaban juntos y que esta aventura les había enseñado que el amor y el trabajo en equipo son los verdaderos superpoderes.

Así que, aunque Marta seguía siendo multitarea, ahora tenía una nueva razón para sonreír: porque sus pequeños también podían ser héroes a su manera, ¡y todo sin necesidad de ser mágicos!

FIN.

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