La Aventura de los Preguntantes



Era un día soleado en la escuela del barrio y los niños de la clase de cuarto grado estaban listos para aprender. La maestra, la Sra. Gómez, había preparado un montón de sorpresas para sus alumnos.

"¡Buenos días, chicos! Hoy vamos a embarcarnos en una aventura muy especial en la que aprenderemos sobre las maravillas de nuestro mundo", anunció la Sra. Gómez con una sonrisa que iluminaba la sala.

De repente, un pequeño levantó la mano inmediatamente:

"Profe, puedo ir al baño?"

La Sra. Gómez asentía con comprensión.

"¡Por supuesto, Emiliano! Apresúrate y vuelve pronto."

Emiliano salió corriendo mientras la clase se preparaba para el próximo desafío.

La Sra. Gómez tomó una pizarra y la llenó de dibujos coloridos.

"Hoy, vamos a explorar cómo funcionan las plantas. ¿Alguien puede decirme por qué son importantes?"

Paula, una niña muy curiosa, levantó la mano con energía.

"Profe, me puedes explicar cómo es eso?"

"Claro, Paula. Las plantas producen oxígeno y son el hogar de muchos animales. Sin ellas, nuestro mundo sería muy diferente", dijo la Sra. Gómez.

Los niños asentían, intrigados por lo que estaban aprendiendo.

"Y también son ricas en nutrientes, profe. ¿Cómo se dice ‘photosynthesis’ en español?" interrumpió Lucas, que siempre quería aprender más.

"Se dice ‘fotosíntesis’ y es el proceso por el cual las plantas producen su comida", explicó la maestra.

De repente, otros niños comenzaron a hacer preguntas al mismo tiempo.

"Profe, ¿no escucho bien!"

"Profe, ¿cómo se pronuncia ‘fotosíntesis’?"

"Profe, ¿puedo borrar eso?"

La Sra. Gómez sonrió ante la avalancha de preguntas.

"Chicos, calma, uno a la vez. Así todos pueden escuchar las respuestas. ¿Quién quiere empezar?"

Rápidamente, los niños se pusieron de acuerdo y uno a uno fueron preguntando.

"Profe, ¿las plantas pueden hablar?" preguntó Mateo, sorprendido por la idea.

"No, Mateo, las plantas no pueden hablar como nosotros, pero pueden comunicarse de otras formas", respondió la Sra. Gómez.

"¿De alguna forma como nosotros cuando jugamos?" inquirió Julián.

"Exacto, las plantas pueden enviar señales a otras plantas cuando están en peligro", explicó ella.

En ese momento, Emiliano regresó del baño justo cuando una niña que no había hablado hasta entonces levantó la mano tímidamente.

"Profe, si las plantas pueden comunicarse, ¿pueden ser nuestras amigas?"

La Sra. Gómez se sorprendió con la profundidad de la pregunta.

"¡Qué gran pregunta, Sofía! Las plantas son muy valiosas, y al cuidarlas, en cierto modo, nos estamos haciendo amigos de la naturaleza. Debemos aprender a respetarlas y protegerlas", respondió la maestra.

Todos aplaudieron la respuesta de la Sra. Gómez. A medida que la clase avanzaba, comenzaron un proyecto en el que debían crear su propio pequeño jardín en el aula.

"¿Y si cada uno de nosotros crea una maceta y plantamos algo diferente?" sugirió Paula.

La Sra. Gómez encantada, aceptó la idea.

"Me parece genial. ¡Así podremos ver cómo crecen nuestras plantas! Pero, ¿qué hacemos si una planta se pone triste o no crece bien?" preguntó Lucas.

De nuevo, la Sra. Gómez les enseñó que podían investigar y buscar soluciones juntos.

Así que decidieron formar pequeños grupos de investigación donde cada grupo era responsable de cuidar una planta distinta.

Unos días después, los estudiantes comenzaron a notar que una de las plantas, la de Sofía, estaba marchitándose.

"Profe, nuestra planta se ve triste", dijo Sofía con preocupación.

"No quiero que muera", añadió Mateo.

La Sra. Gómez se acercó a ellos.

"No se preocupen, chicos. Esto es parte del aprendizaje. Vamos a investigar qué podría estar pasando. ¿Estaba regada? ¿Tenía suficiente luz?"

Con la guía de su maestra, los alumnos hicieron un análisis minucioso y decidieron cambiar su ubicación y ajustar la cantidad de agua.

Días después, notaron que la planta se recuperó, lo que llenó de alegría a todos.

"¡Funcionó! Profe, somos como médicos de plantas", exclamó Emiliano emocionado.

La Sra. Gómez sonrió.

"Así es, trabajaron en equipo y aprendieron la importancia de cuidarse mutuamente, también nuestras amigas las plantas. Nunca olviden que, aunque parezcan diferentes, todos podemos ayudar a un amigo que lo necesita."

Al final del mes, la Sra. Gómez organizó una exposición en la escuela para mostrar sus proyectos de jardinería.

"Este fue un trabajo en equipo, y todos aprendimos a ser buenos amigos de nuestras plantas, y de unos a otros", afirmó la Sra. Gómez mientras todos aplaudían.

Los chicos se sintieron orgullosos y felices, no sólo por las plantas que habían crecido, sino también por el vínculo de amistad que habían solidificado entre ellos.

Y así, cada vez que alguno de ellos se preguntaba si podían ir al baño, si suficiente escucha, o si podían borrar algo, siempre recordaban aquel día especial donde aprendieron a cuidar de sus plantitas y unos de otros.

FIN.

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