En un pequeño pueblo, había un grupo de amigos: Sofía, Lucas, Valentina y Mateo.
Cada tarde, después de la escuela, se reunían en el parque a jugar y a correr como si no hubiera un mañana.
Pero el problema era que se quedaban jugando hasta muy tarde.
Una noche, mientras estaban en el parque, Sofía miró al cielo estrellado y exclamó:
- "¡Qué lindo se ve todo!
¿Vamos a quedarnos un rato más?
¡Es un día hermoso para seguir jugando!"
Lucas, que era el más sensato, los miró con preocupación y respondió:
- "Chicos, yo creo que deberíamos ir a casa.
Mañana tenemos clases y necesitamos descansar.
"
Valentina, que siempre tenía una idea divertida, sugirió:
- "Podemos jugar hasta que se escuche el canto del grillo, así lo disfrutamos un poco más.
¡Uno, dos, tres!
¡Que gane el mejor!"
Así, los amigos olvidaron el reloj y continuaron su juego.
Pero cuando finalmente decidieron irse, ya era muy tarde y todos estaban exhaustos.
Sin embargo, no querían renunciar a su aventura.
Al día siguiente, al llegar a la escuela, todos estaban muy cansados.
El profesor, don Carlos, los miró y dijo:
- "Buenos días, chicos.
Hoy vamos a aprender sobre los animales, pero veo que algunos no están tan despiertos.
¿Quién puede decirme qué animal duerme más horas?"
Sofía, mientras se esforzaba por mantener los ojos abiertos, murmuró:
- "Yo.
.
.
yo sé, el koala duerme hasta 20 horas al día.
"
Al escuchar eso, Mateo, que también tenía los ojos medio cerrados, agregó:
- "¡Yo creo que eso es demasiado!"
Don Carlos sonrió y continuó:
- "Exacto, pero los koalas necesitan mucho sueño para crecer fuertes y saludables, al igual que ustedes.
Los niños que duermen bien rinden más en el colegio y están más felices.
¿No les gustaría también ser como los koalas?"
Los amigos se miraron y, aunque estaban cansados, comenzaron a entender el mensaje de don Carlos.
Sofía, con una voz bajita, dijo:
- "Quizás tendríamos que dormir más temprano.
.
.
"
Esa tarde, cada uno regresó a casa pensando en lo que había dicho el profesor.
Mateo decidió hacer un trato con sus amigos:
- "Chicos, ¿y si esta noche nos acostamos temprano y mañana vemos quién tiene más energía para jugar?"
Todos aceptaron con entusiasmo y esa noche se fueron a casa sin dudarlo.
Sofía y Valentina se despidieron y prometieron no pasar más tiempo en el parque.
Lucas se sintió feliz de haber podido convencer a sus amigos.
Al día siguiente, no sólo se despertaron frescos y llenos de energía, sino que además se sintieron muy bien en la escuela.
Durante la clase, fueron capaces de responder a todas las preguntas de don Carlos y jugar todo el recreo sin cansarse.
Al final del día, en el parque, Sofía lo dijo:
- "¡No puedo creer lo bien que nos sentimos hoy!
Esto de dormir temprano es mágico.
"
Mateo, con una sonrisa, respondió:
- "Sí, siempre pensé que dormir era aburrido, pero ahora.
.
.
¡es parte de nuestra gran aventura!"
Desde ese día en adelante, los amigos decidieron dormir temprano, cada uno en su casa y juntos soñando de aventuras impresionantes con cada estrella en el cielo.
Se dieron cuenta de que descansar bien les permitía jugar mejor y aprender más, además de tener mucha más energía para disfrutar de cada día.
Así, La Aventura de los Sueños Dorados se convirtió en su tradición favorita.
Y así, una estrella brillante en el cielo inspiró a Sofía, Lucas, Valentina y Mateo a cuidar su tiempo de descanso, y vivieron felices por siempre, listos para enfrentar cada día con una energía renovada y un montón de sonrisas.