La Aventura de los Tres Amigos



Había una vez en la hermosa provincia Avilés, en el departamento de Tarija, un tarijeño agricultor llamado Mateo, quien tenía un campo lleno de hortalizas frescas. Un día, mientras Mateo trabajaba en su parcela, se encontró con una inesperada visita.

"- ¡Hola! Soy Felipe, un paceño que trae los mejores coquitos de La Paz!" dijo un joven con una sonrisa brillante y un sombrero de ala ancha.

"- ¡Hola, Felipe! Encantado de conocerte. Me encanta el chocolate de coquito, pero no tengo dinero para comprarlo. ¿Dominas el arte de cultivarlos?" preguntó Mateo.

"- No, pero sé cazarlos. ¡Los coquitos son muy traviesos!" contestó Felipe emocionado.

Justo en ese momento, apareció por el camino un camba llamado Juan, que no tenía un centavo en el bolsillo pero tenía un corazón lleno de sueños.

"- ¡Hola, amigos! Sudando bajo el sol, vengo de una cosecha sin frutos. ¿Alguien tiene algo de dinero?"

"- ¡No tengo!" dijeron al unísono Mateo y Felipe.

Y así, los tres comenzaron a compartir sus historias. Mateo hablaba de cómo cultivaba lechugas, tomates y zanahorias. Felipe contaba sobre su vida en La Paz, donde crecía el coquito. Juan, aunque no tenía dinero, tenía una gran idea.

"- ¿Y si unimos fuerzas? Yo puedo ayudarles con las cosechas de hortalizas, y ustedes me enseñan sobre los coquitos. Al juntar lo que tenemos, podríamos venderlos en el mercado y ganar dinero juntos!"

Los dos amigos lo miraron, pensativos.

"- Suena arriesgado pero emocionante. ¡Vamos a hacerlo!" exclamó Mateo.

Después de varias reuniones y planes con Juan, quienes decidieron llenar las canastas con lechugas y tomates por un lado y coquitos por el otro, se lanzaron a la aventura. Fue un día agotador, pero con cada paso que daban, su amistad crecía más y más.

Entonces, un mal día ocurrió lo inesperado. Un fuerte viento arrasó sus cosechas, y la tristeza llenó el ambiente.

"- ¡No, todo nuestro trabajo se fue volando!"

"- Pero no podemos rendirnos. Somos un equipo. Debemos reutilizar lo que podamos," dijo Felipe, mientras miraba alrededor.

Así, con entusiasmo renovado, buscaron qué podían rescatar. De su esfuero y creatividad, crearon un nuevo producto: ensaladas combinadas con coquitos y salsa de frutas.

Al día siguiente, llevaron su nueva receta al mercado.

"- ¡Vengan a probar nuestra deliciosa ensalada de coquito!" gritó Juan, que nunca había vendido tanto. La gente adoró la receta y pronto hicieron fila.

Después de un éxito rotundo, comenzaron a ganar dinero, suficiente para ayudar a Juan a iniciar su propio cultivo.

"- ¡Lo logramos, muchachos! Este trabajo en equipo y la amistad nunca deberían faltar."

Y así los tres se convirtieron en una gran familia y, a partir de ese día, cosecharon risas, amistad y, lo más importante, aprendieron que un buen trabajo en equipo puede hacer que cualquier sueño se vuelva realidad.

Desde ese entonces, no solo se enfocaron en sus productos, sino también en ayudar a otros que, como ellos, deseaban salir adelante.

¡Y colorín colorado, este cuento se ha acabado!

FIN.

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