La Aventura de los Tres Amigos



En la hermosa provincia Avilés, en el departamento de Tarija, vivía un agricultor llamado Pedro. Pedro era un hombre trabajador, quien pasaba sus días cuidando de sus cultivos de maíz y papas. Siempre tenía una sonrisa en el rostro y era querido por todos en su comunidad.

Un día, mientras Pedro estaba en el campo, se encontró con un paceño llamado Juan, que había viajado desde La Paz. Juan era un coquero, conocido por sus habilidades para cultivar hojas de coca. Sin embargo, en ese momento, Juan se encontraba en problemas.

"¡Hola! ¿Te puedo ayudar en algo, amigo?" - preguntó Pedro, mirando la preocupación en el rostro de Juan.

"¡Hola! Sí, por favor! He venido a Tarija en busca de nuevas tierras para cultivar, pero no tengo dinero para arrendar un terreno" - respondió Juan con un suspiro.

Mientras conversaban, un tercer personaje se unió a ellos. Era un camba llamado Luis, que vivía en la región y que no tenía ni un centavo en el bolsillo.

"Hola, muchachos. ¿De qué hablan?" - preguntó Luis con curiosidad.

"Juan no tiene dinero para cultivar aquí en Tarija" - explicó Pedro, tratando de ayudarlo.

Luis, que siempre soñaba con tener su propio negocio, iluminó sus ojos y dijo:

"Podríamos unir nuestras fuerzas. Tú, Pedro, podrías enseñarnos a cultivar maíz y papas, mientras yo ayudo a Juan a cuidar de su coca. ¡Y Juan, tú podrías enseñarnos cómo se cultiva y se cosecha!"

Los tres amigos estaban emocionados con la idea. Pedro les enseñó sobre la agricultura, Juan les habló sobre la coca y Luis aportó ideas brillantes sobre cómo hacer un negocio innovador para vender sus productos juntos.

"Podemos hacer un mercado para vender lo que cultivemos. ¡Así todos ganamos!" - exclamó Luis.

Pasaron semanas juntos, trabajando en el campo, aprendiendo y compartiendo. Sin embargo, llegó un día en que la tormenta se desató. Las lluvias torrenciales arruinaron parte de sus cultivos. Todos se sintieron desanimados.

"Todo mi trabajo se fue con la lluvia!" - lamentó Pedro.

"Yo no puedo seguir así. Todo fue en vano" - se quejó Juan.

"No, amigos! Esto no es el fin. Debemos levantarnos de nuevo", dijo Luis con determinación.

Luis recordó que había técnicas para proteger las cosechas. Organizó a los tres y juntos construyeron barreras de tierra y plantaron sus cultivos en pendientes.

Días después, el sol brilló nuevamente sobre sus campos, y esta vez su esfuerzo dio frutos. La cosecha fue abundante y juntos lograron lo que al principio parecía imposible.

Finalmente, llevaron sus productos al mercado. La gente quedó maravillada por la calidad de los maíces y las hojas de coca frescas. Vieron cómo sus esfuerzos se convertían en risas y ventas exitosas.

"¡Lo logramos!" - gritó Juan, mientras hacía una danza de alegría.

"¡Sí! ¡Estamos juntos en esto!" - dijo Pedro, sintiendo su corazón lleno de gratitud.

"Y lo mejor es que no solo tenemos productos, sino una gran amistad y trabajo en equipo", agregó Luis.

La historia de Pedro, Juan y Luis se convirtió en un ejemplo en la comunidad. Desde aquel día, no solo compartían sus cosechas, sino también sus sueños, enseñando a todos lo importante que es trabajar juntos para superar las adversidades y crear un futuro mejor.

Y así, tres amigos de diferentes mundos aprendieron que la unión hace la fuerza y que los sueños son mucho más alcanzables cuando se comparte el trabajo y la alegría.

Desde entonces, cada vez que se reunían en el mercado, recordaban aquel día en que decidieron luchar juntos, y así encontraron la verdadera riqueza en la amistad y la colaboración.

FIN.

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