La Aventura de los Tres Chanchitos y sus Amigos
Era un hermoso día en el bosque, y los tres chanchitos, Tino, Pipo y Lucho, estaban muy contentos disfrutando de su nuevo hogar. Habían construido casas de ladrillo, paja y madera. De repente, escucharon un gran grito.
- ¡Ayuda! ¡Ayuda! - gritaba Caperucita Roja, corriendo a toda velocidad.
Los chanchitos, preocupados, salieron de sus casas al escuchar el alboroto.
- ¿Qué pasa, Caperucita? - preguntó Tino.
- ¡El lobo me está persiguiendo! - dijo ella, aterrorizada.
- No te preocupes, ven con nosotros - dijo Pipo, tratando de calmarla.
Los chanchitos llevaron a Caperucita a la casa de ladrillo, donde se sintieron a salvo. Pero el lobo, astuto como siempre, llegó poco después.
- ¡Hola, chanchitos! - dijo con una sonrisa malvada. - He venido a jugar, pero Caperucita no me quiere.
Los chanchitos, temerosos de lo que podía intentar el lobo, idearon un plan.
- ¡Caperucita! - dijo Lucho - ¿Y si le decimos que tú lo invitas a merendar? Eso podría distraerlo.
- ¡Buena idea! - exclamó Caperucita. - Pero necesitamos a alguien fuerte que me ayude.
- Yo puedo ayudar - dijo Caramelo, un dulce caramelo que siempre estaba dispuesto a dar una mano. - ¡No hay problema!
Caperucita y Caramelo se acercaron a la puerta. - ¡Hola, lobo! - gritaron juntos. - Ven a merendar con nosotros.
El lobo, intrigado por la idea de una merienda, finalmente accedió.
- ¡Sí, claro! ¡Adoro la merienda! - contestó el lobo, acercándose.
Mientras tanto, los tres osos, que también eran amigos de Caperucita, estaban muy cerca y escucharon todo.
- ¡Esto no puede terminar bien! - dijo Papá Oso. - Debemos ayudar.
Los osos se acercaron sigilosamente a la casa de los chanchitos y entraron a la cocina donde se preparaba la merienda.
- ¡¿Y ahora qué? ! - murmuró Mamá Oso, preocupada.
- Debemos hacer que el lobo se dé cuenta de que no puede asustar a nadie aquí - dijo Bebé Oso. - ¡Tengo un plan!
Cuando el lobo llegó, se encontró con una gran mesa llena de golosinas, frutas y galletas. Todos estaban sentados esperándolo.
- ¡Bienvenido, lobo! - dijo Caperucita. - Siéntate y disfruta.
El lobo, aunque un poco desconcertado, se sentó a la mesa. Pero pronto, los osos comenzaron a hacer trucos y contar chistes, haciendo reír a todos, incluido el lobo.
- ¿Sabían que el lobo también podía ser divertido? - comentó Lucho.
El lobo, sorprendido por su propia risa, empezó a sentirse diferente. Todo el mundo estaba disfrutando y él, que pensaba que era el malo de la historia, se dio cuenta de que podía ser parte de la diversión.
- ¡Esto es mucho más divertido que asustar a la gente! - exclamó el lobo.
Después de reír y disfrutar, los chanchitos, Caperucita, Caramelo, los osos y el lobo decidieron hacer un trato.
- Cada semana, haremos una merienda juntos, y tú, lobo, no volverás a asustar a nadie - propuso Tino.
- ¡Trato hecho! - respondió el lobo, muy contento.
Desde aquel día, el lobo se convirtió en un gran amigo de los chanchitos y de todos en el bosque. Juntos, aprendieron que no hay nada mejor que compartir risas y buenos momentos.
Y así, la amistad creció más y más, y todos vivieron felices en el bosque, recordando siempre que a veces, los amigos pueden encontrarse en los lugares más inesperados.
FIN.