La Aventura de los Valores en el Patio



Era una mañana soleada en la escuela Primaria El Arco Iris. Los estudiantes de 3° básico estaban listos para salir al recreo. Todos corrían al patio, pero había un grupo que parecía un poco aislado.

"¿Por qué no juegan con nosotros?" - preguntó Tomás, un niño de ojos curiosos.

"Nosotros quisimos jugar al fútbol, pero no tenemos una pelota", respondió Felipe, con un susurro triste en su voz.

Tomás recordó que, la semana pasada, su compañero Nahuel había traído una pelota y todos habían jugado juntos.

"Vayamos a buscar la pelota de Nahuel. ¡Así podemos jugar todos juntos!" - propuso Tomás entusiasta.

Al volver con la pelota, encontraron a dos grupos bien definidos, los que jugaban al fútbol y los que estaban sentados en los bancos. Mariana, una de sus compañeras, observó la escena.

"¿No sería mejor que todos juguemos juntos, en lugar de estar separados?" - sugirió Mariana, levantando el ánimo de sus amigos.

"Pero ellos son más grandes y no les gusta perder", dijo Mateo, un poco desanimado.

"No se trata de ganar o perder, se trata de disfrutar de estar juntos. A veces hay que ser empáticos y pensar en cómo se sienten los demás" - explicó Mariana mientras sonreía.

Entonces, Tomás y Mariana se acercaron a los chicos que estaban en los bancos y les hicieron una propuesta.

"¿Quieren jugar con nosotros? Hay una pelota y estamos buscando hacer un gran partido" - dijo Tomás.

Los chicos se miraron entre sí, un poco dudosos, pero Felipe se animó.

"¿De verdad nos invitan?" - preguntó Felipe.

"Por supuesto, ¡sabemos que la diversión se multiplica cuando jugamos juntos!" - sentenció Mariana.

Así, todos caminaban al campo de juego. Fue un torneo alocado lleno de risas y buenos momentos, donde hubo ataques estratégicos y jugadas increíbles. Pero al final, lo más importante era que nadie quedó sin participar. Aun así, una de las jugadas más memorables ocurrió cuando Nahuel, en un arranque de sinceridad, le pasó la pelota a Felipe, que estaba justo en la línea de gol.

"¡Gooool!" - gritaron todos, especialmente los chicos que se sumaron al juego. Por un momento, el campo pareció estallar de alegría.

Después de que terminó el juego, el grupo se sentó a descansar y recuperarse un poco de la emoción.

"¿No sería lindo hacer esto todos los recreos?" - propuso Tomás.

"Sí, y no sólo con el fútbol. Podríamos compartir otros juegos, así todos podemos jugar y divertirnos" - comentó Mariana.

Ese día, los estudiantes no solo aprendieron sobre el juego, sino que también descubrieron la importancia de la bondad y la empatía. Cuando se despidieron del recreo, sus corazones estaban llenos de nuevas amistades y recuerdos felices.

Los días pasaron y durante el resto de la semana, los chicos continuaron jugando juntos y compartiendo buenos momentos. Con su ejemplo, otros grados de la escuela comenzaron a seguir su ejemplo. Pronto, el patio de la escuela se llenó de risas y juegos donde todos eran bienvenidos, sin importar si eran más grandes o más pequeños.

Al final del año, en la última reunión del curso, la maestra Ana les preguntó a los alumnos qué era lo que más les había gustado vivir en la escuela.

"Haber jugado juntos y aprendido a respetarnos" - respondió Nahuel, mirando a sus compañeros.

La maestra sonrió y dijo:

"¡Eso es precisamente lo que queremos construir en esta escuela! Gracias por ser un ejemplo de buena convivencia y por demostrar que juntos somos más fuertes y felices."

Y así, el grupo de amigos se despidió de otro año escolar, más unidos que nunca, llevando en sus corazones una valiosa enseñanza sobre la bondad, el respeto y la empatía. En Primaria El Arco Iris, todos sabían que cuando el sol brillaba, también brillaban las amistades y los buenos valores.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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