La aventura de Lucas en Andalucía
Había una vez un pequeño duende llamado Lucas, que vivía en el bosque encantado de la provincia de Andalucía. Lucas era curioso y aventurero, siempre estaba buscando nuevas cosas para aprender y descubrir.
Un día, mientras exploraba el bosque, Lucas encontró un viejo libro abandonado entre las hojas secas. Al abrirlo, se dio cuenta de que todas las letras del abecedario habían desaparecido.
El pobre duende se sintió muy triste porque no podía leer ni escribir sin las letras. Decidido a encontrarlas, Lucas comenzó su búsqueda por todo el bosque. Recorrió cada rincón y preguntó a todos los animales que encontraba si habían visto alguna letra perdida. Pero nadie parecía tener información sobre ellas.
Desesperado y sin saber qué hacer, Lucas decidió ir al pueblo más cercano para pedir ayuda a los humanos. Allí conoció a Marta, una niña muy inteligente y amable que se ofreció a ayudarlo en su búsqueda.
"Hola duendecito ¿en qué puedo ayudarte?" -dijo Marta con una sonrisa. "¡Hola! Soy Lucas y estoy buscando las letras de Andalucía. Sin ellas no puedo leer ni escribir" -respondió el duende tristemente.
Marta se sorprendió al escuchar esto pero no perdió la esperanza. "No te preocupes, juntos encontraremos esas letras perdidas". Así comenzaron su aventura por toda la región andaluza en busca de las letras desaparecidas.
Recorrieron playas doradas como la Costa del Sol e investigaron monumentos históricos como la Alhambra de Granada. Preguntaron a los flamencos por las letras en los tablaos y a los toreros en las plazas de toros. Pero a pesar de su esfuerzo, no encontraban ninguna pista sobre el paradero de las letras.
Hasta que un día, mientras paseaban por un mercado local, Marta vio algo brillante en una tienda de antigüedades. "¡Mira Lucas! ¡Allí hay unas letras muy parecidas!" -exclamó emocionada la niña.
El duende corrió hacia la tienda y allí estaban: las letras de Andalucía. Habían sido vendidas como objetos decorativos y nadie sabía que eran tan importantes para Lucas.
Sin pensarlo dos veces, Marta compró todas las letras y se las entregó al duende con una gran sonrisa. "Aquí están tus queridas letras, Lucas". Lucas estaba tan feliz que no podía contener su emoción. Agradeció a Marta por su ayuda y juntos regresaron al bosque encantado.
Desde ese día, Lucas pudo leer y escribir nuevamente gracias a la amabilidad y dedicación de su nueva amiga. Y cada vez que necesitaba encontrar una letra especial, solo tenía que pedirle ayuda a Marta.
La historia del duende sin letras se convirtió en un cuento muy popular entre los niños de Andalucía. Todos aprendieron la importancia del trabajo en equipo, la perseverancia y el valor del conocimiento.
Y así, Lucas demostró que aunque nos enfrentemos a dificultades en nuestro camino, siempre habrá alguien dispuesto a ayudarnos si abrimos nuestro corazón y pedimos ayuda.
FIN.