La Aventura de Lucas en la Escuela



Era una mañana soleada cuando Lucas, un niño de siete años, se despertó emocionado. Era su primer día en una nueva escuela y, aunque tenía un poco de miedo, también sabía que era una gran oportunidad para hacer amigos.

Lucas se vistió rápido y corrió hacia la cocina. Su mamá le preparó un desayuno delicioso.

"Toma, hijo, esto te dará fuerzas para tu primer día."

"¡Gracias, mamá!" - respondió Lucas mientras devoraba las tostadas.

Una vez en la escuela, Lucas se encontró en medio de un bullicio de niños riendo y hablando. Miró a su alrededor y su corazón se aceleró. Había tantos rostros nuevos.

De repente, un grupo de chicos comenzó a jugar a la pelota.

"¡Ey, vení a jugar con nosotros!" - uno de ellos lo llamó.

"No sé si puedo..." - dijo Lucas, sintiéndose un poco inseguro.

Justo cuando estaba a punto de dar un paso atrás, una niña se acercó.

"¡No te preocupes! Todos somos nuevos en algo en algún momento. Soy Sofía, ¿quieres jugar?"

"Yo soy Lucas. ¡Sí! Me encantaría jugar!" - Lucas sonrió, sintiendo que ese contacto le daba valor.

El grupo se sumó a un juego de fútbol improvisado y a Lucas le estaba yendo bastante bien. El día pasó volando entre risas y carreras. Antes del almuerzo, el profesor les pidió que hicieran una presentación sobre sí mismos en clase.

"Me llamo Lucas y me gusta jugar a la pelota" - dijo, sintiéndose un poco nervioso ante todos los ojos sobre él.

Cuando terminó, Sofía lo aplaudió.

"¡Bravo, Lucas! A mí también me gusta el fútbol. ¿Te gustaría ser mi compañero de equipo después de clases?"

"¡Claro!" - dijo Lucas, un brillo de felicidad en sus ojos.

Cuando llegó la hora del recreo, Lucas y Sofía fueron a jugar juntos de nuevo. Pero entonces, se dieron cuenta de que había un grupo de niños que estaban haciendo bullying a otro chico.

"Eso no está bien, Sofía. ¿Qué podemos hacer?" - preguntó Lucas, preocupado.

"Deberíamos ayudarlo. Vamos a invitarlo a jugar con nosotros" - sugirió Sofía, mostrando su valentía.

Ambos se acercaron al chico, que se llamaba Tomás.

"Hola, Tomás. ¿Te gustaría jugar a la pelota con nosotros?" - preguntó Sofía.

"No sé, esos chicos son..." - empezó Tomás, mirando al grupo burlón.

"No te preocupes. Estás con nosotros. Aquí estamos todos para divertirnos" - le aseguró Lucas.

Después de un rato, Tomás aceptó.

"¿En serio? Me encantaría" - dijo, sonriendo por primera vez. Jugaron juntos y, al final de la clase, Tomás se sintió parte del grupo.

La semana transcurrió y la amistad entre Lucas, Sofía y Tomás creció. También conocieron a otros compañeros y empezaron a formar un gran círculo de amigos. Un día, mientras estaban en la clase de arte, la profesora les dio una actividad: "Hoy vamos a hacer un mural sobre lo que valoramos de nuestra amistad."

La imaginación de Lucas voló al pensar en todos los momentos que había compartido con sus nuevos amigos.

"Podemos dibujar un gran campo de fútbol, y ahí estamos todos juntos. ¡Y que cada uno se dibuje como le gustaría ser!" - propuso Lucas.

"¡Buenísimo! Y podemos dibujar a los que todavía no conocen la amistad, así les invitamos a ser parte de nuestro equipo" - agregó Sofía.

Así, el día del mural se convirtió en una celebración. Cada uno expresaba sus deseos e ideas. Lucas se sintió orgulloso de haber ayudado a Tomás y a otros a formar parte de algo bonito.

"Cuando trabajamos juntos y nos apoyamos, todo es mejor" - reflexionó Lucas al ver su mural terminado.

"Sí, y somos un equipo" - dijo Sofía, mirando a todos sus amigos.

El tiempo pasó, y al finalizar el año escolar, Lucas no solo había hecho amigos, sino que también había aprendido la importancia de la empatía, el compañerismo y el valor de defender lo correcto.

Desde ese día, siempre recordó que en la vida, al igual que en el fútbol, el juego en equipo es lo que realmente hace que sea una aventura maravillosa.

FIN.

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