La Aventura de Lucas y el Ungüento Mágico



Era una tarde lluviosa en el Parque de la Amistad. A pesar del clima, un grupo de niños decidió jugar en los columpios, desafiando las gotas que caían del cielo. Entre risas y cacareos, el grupo saltaba de alegría:

- ¡Mirá cómo vuelo! - gritaba Lucas, el más aventurero del grupo, mientras se balanceaba en lo más alto del columpio.

- ¡Cuidado, Lucas! - le avisó Sofía, su mejor amiga.

Pero el entusiasmo de Lucas era tan grande que no escuchó el aviso. De repente, al tratar de saltar, perdió el equilibrio y cayó al suelo con un estruendo.

- ¡Lucas! - gritaron todos, aterrados. Sofía corrió hacia él, preocupada.

- ¿Estás bien? - le dijo, mientras se arrodillaba a su lado.

- No sé - respondió Lucas, con una mueca de dolor.

Al instante, varias personas que estaban en el parque se acercaron. Un vecino, el Sr. Martínez, con fama de ser un conocedor de remedios caseros, se acercó rápidamente.

- Tranquilos, chicos, vamos a llevarlo a mi casa. Tengo algo que puede ayudarlo. - dijo el Sr. Martínez con voz firme.

Sin dudarlo, algunos de los niños lo ayudaron a levantar a Lucas, mientras otros corrían a buscar un paraguas para protegerse de la lluvia. Al llegar a la casa del vecino, Sofía miraba con preocupación a Lucas, quien tenía una expresión de dolor en su rostro.

En la casa, el Sr. Martínez fue a buscar su famoso ungüento de eucalipto. - Este ungüento es muy especial, lo preparo con cariño. Es un secreto de familia - les dijo mientras frotaba sus manos bajo el agua caliente para limpiarlas.

- ¡Genial! - exclamó Sofía. - ¿Realmente funcionará?

- Algo mágico tiene, y más con una buena dosis de amor. - contestó el Sr. Martínez mientras aplicaba el ungüento en la pierna de Lucas.

De inmediato, el rostro de Lucas comenzó a relajarse. - Se siente mejor - dijo en un susurro. - Gracias.

- ¿Ves? - dijo el Sr. Martínez, sonriendo. - El eucalipto es un gran amigo cuando de aliviar dolores se trata. Pero también, nunca olviden que lo más importante es cuidarse, una buena caída también puede enseñarnos.

Después de un rato, Lucas se sintió lo suficientemente bien como para reír nuevamente. - Creo que no me veo bien como un héroe caído - bromeó, ganándose un aplauso de sus amigos.

- Pero eso te convierte en el héroe de esta tarde - le dijo Sofía con una sonrisa. - Después de todo, tienes tu ungüento mágico.

Edgar, otro de los amigos, dijo: - ¿Y qué tal si hacemos un juego para aprender a usar el columpio con más cuidado?

- ¡Buena idea! - contestó Lucas mientras se frotaba el ungüento. - Así nadie más se lastimará.

Con el respeto de la experiencia, los niños comenzaron a practicar juntos, creando turnos y reglas para jugar seguros. Se propusieron hacer el parque un lugar más divertido y seguro, además de disfrutar del juego bajo la lluvia.

- Recuerden, la risa es la mejor medicina - dijo el Sr. Martínez mientras los miraba divertirse. - Pero un poco de cuidado nunca viene mal. Y si se caen, ¡ya saben dónde encontrarme!

Desde aquel día, cada vez que los niños se reunían en el parque, llevaban consigo un pequeño frasco de ungüento de eucalipto que el Sr. Martínez había compartido, recordando la valiosa lección de ese día lluvioso: siempre es mejor jugar con cuidado y rodearse de buenos amigos.

Y así, cada caída se convirtió en una nueva aventura, enseñando a los niños a levantarse y a disfrutar de cada momento, aunque fuera bajo la lluvia.

FIN.

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