La Aventura de Lucás y la Oscuridad
Era un cálido día de verano en el barrio de Villa Luz. Lucás, un niño de ocho años, pasaba sus tardes jugando al fútbol con sus amigos. Sin embargo, cuando el sol comenzaba a ponerse, una sombra oscura llenaba su corazón de miedo. No le gustaba la oscuridad, siempre pensaba que había monstruos escondidos en cada rincón.
Una noche, mientras su mamá le leía un cuento, Lucás soltó:
- Mamá, tengo miedo de la oscuridad. ¿Qué hay ahí afuera?
Su mamá lo miró con ternura y le dijo:
- Lucás, la oscuridad es solo la ausencia de luz. Muchas cosas maravillosas ocurren cuando se apaga el sol.
Pero Lucás no estaba convencido.
Esa misma noche, se metió en su cama, tapándose hasta la cabeza con las sábanas. Sin embargo, una extraña luz comenzó a brillar por la ventana. Curioso, se levantó y vio que era su amigo Mateo.
- ¡Lucás! ¡Salí! ¡Tengo algo increíble para mostrarte!
- Pero, Mateo... está oscuro.
- ¡Vamos! No hay monstruos, solo una aventura.
Después de pensarlo un momento, Lucás decidió enfrentar su miedo.
- Está bien, voy.
Salió de la casa y se encontró con Mateo, que tenía una linterna en la mano.
- Mirá, Lucás. Vamos al parque. Allí podemos ver las estrellas.
- Pero... y si aparece un monstruo.
Mateo sonrió:
- No te preocupes, yo soy tu escudero. Además, los monstruos no existen.
Con cada paso que daban, Lucás sentía el corazón latiendo más rápido, pero la luz de la linterna le daba cada vez más calma. Ya en el parque, Mateo apuntó la linterna al cielo:
- ¡Mirá!
Lucás miró hacia arriba y se maravilló con el despliegue de estrellas brillantes.
- ¡Wow! No sabía que había tantas...
- Y lo mejor es que, en la oscuridad, ¡las estrellas brillan más!
De repente, un ruido extraño les hizo girar la cabeza.
- ¿Qué fue eso?
- No sé, pero ¡vamos a ver!
Ambos caminaron hacia el sonido y descubrieron un grupo de luciérnagas que iluminaban la noche.
- ¡Mirá, Lucás! ¡Son como pequeñas estrellitas!
- ¡Son hermosas!
¡Ahí fue cuando Lucás sintió que su miedo comenzaba a desvanecerse!
- ¿Y si se meten en mi casa? ¿Qué voy a hacer?
Mateo le respondió:
- No tienen interés en entrar a casa, solo están disfrutando de la noche.
Cuando Lucás vio a las luciérnagas danzando, sonrió.
- Creo que no son tan malas.
- ¡Eso es! La oscuridad puede ser como un mundo lleno de sorpresas.
- ¿Y si exploramos más?
- Claro, ¿a qué vamos?
Ambos comenzaron a correr por el parque, y a cada momento Lucás encontraba cosas nuevas que iluminaban su percepción de la noche: hojas brillantes por el rocío, el canto de las ranas, el suave murmullo del viento. En lugar de sentir miedo, estaba divirtiéndose.
Finalmente, se dieron cuenta de que se habían alejado un poco de casa.
- Tal vez deberíamos regresar.
- No, esperá. Mirá hacia atrás.
En ese momento, Lucás miró a su casa y pudo ver cómo la luz de su habitación brillaba en la oscuridad.
- ¡Es como un faro!
- Exacto, ¡nuestra casa nos está guiando de vuelta!
Con ánimo renovado, regresaron a casa. Al llegar, Lucás le contó a su mamá sobre su aventura mágica.
- ¿Ves? La oscuridad no es tan mala como creías.
- Tenés razón, mamá. Al final, descubro que hay cosas increíbles por hacer.
Y desde esa noche, Lucás dejó de temer a la oscuridad, sabiendo que era solo un lienzo para las maravillas que el mundo tiene por ofrecer.
FIN.