La Aventura de Lucia en la Pequeña Escuela



En un pequeño pueblo llamado Villavista, había una escuela muy especial. Se llamaba la Pequeña Escuela de los Mil Colores, y era conocida por sus aulas llenas de murales brillantes, su patio lleno de flores y sus profesores que siempre tenían una sonrisa en el rostro. En esta escuela, estudiaba una niña llamada Lucía, una pequeña soñadora de siete años, llena de curiosidad y alegría.

Un día, mientras Lucía llegaba a la escuela, notó algo extraño. Había un arcoíris brillante en el cielo, y justo debajo de él, un grupo de niños estaba reunido, mirando algo con atención.

- ¿Qué ocurre, chicos? - preguntó Lucía, acercándose.

Uno de los niños, Mateo, miró a Lucía con grandes ojos.

- ¡Lucía, encontramos algo increíble! - respondió con emoción. - Un libro mágico que parece hablar.

Lucía se acercó rápidamente, ansiosa por ver el libro. Era muy viejo, con una cubierta de cuero desgastada y un candado en forma de estrella.

- ¿Cómo se abre? - se preguntó Lucía, mirando el libro con fascinación.

De repente, el libro se iluminó y una voz suave y melodiosa resonó en el aire.

- Para abrirme, deben resolver un acertijo. Escuchen bien: “Cuatro patas tengo, pero no ando; siempre estoy, pero nunca me veo. ¿Qué soy? ”

Los niños se miraron confundidos. Lucía, que siempre había sido buena con los acertijos, se puso a pensar.

- ¡Una silla! - gritó, saltando de alegría.

El libro se abrió lentamente, mostrando páginas llenas de dibujos y palabras brillantes.

- Bien hecho, pequeña. ¡Bienvenidos a Aventuria! - dijo el libro, mientras las páginas empezaban a girar como un torbellino.

En un instante, Lucía y sus amigos se encontraron en un mundo lleno de árboles de caramelos, ríos de limonada y criaturas fantásticas. Todo parecía un sueño. Mientras exploraban, se dieron cuenta de que en este lugar, todo estaba relacionado con la creatividad y el aprendizaje.

- ¡Miren! - señaló Luz, otra amiga de Lucía, - ¡Hay un árbol que cuenta historias!

Se acercaron al árbol, colorido y lleno de hojas brillantes, que comenzó a hablar.

- ¡Hola, pequeños aventureros! Yo soy el Árbol de las Historias. ¿Quieren escuchar una? - preguntó con una voz melodiosa.

- ¡Sí! - exclamaron todos al unísono.

El árbol les contó la historia de un valiente caballero que había salvado su reino gracias al poder de la amistad y la cooperación. Al final de la historia, el árbol les dio un consejo.

- Recuerden, cuando trabajan juntos y comparten sus ideas, pueden lograr cosas imposibles.

Con esa enseñanza en mente, los niños decidieron ayudar a una criatura triste que encontraron en su camino. Se trataba de un pequeño dragón llamado Fuego que había perdido su hogar. Estaba preocupado porque no sabía cómo encontrarlo.

- ¡No te preocupes, Fuego! - dijo Lucía, pensativa. - Podemos ayudarte. ¡Haremos un mapa!

Juntos, los niños y Fuego se pusieron a dibujar un mapa enorme, donde marcaron todos los lugares importantes que había visitado el dragón.

- La amistad y el trabajo en equipo son poderosos; podemos hacerlo – repetían mientras dibujaban.

Después de un rato, el dragón comenzó a sonreír.

- ¡Gracias, amigos! Esta aventura me ha enseñado que siempre hay esperanza y que puedo contar con ustedes - exclamó Fuego, saltando de alegría.

Con el mapa listo, Fuego pudo reconectarse con su hogar. Lucía y sus amigos se despidieron del dragón, llenos de felicidad y aprendizajes.

- ¡Adiós, Fuego! - gritaron mientras el dragón volaba, dejando una estela de chispas mágicas.

Finalmente, el libro mágico se volvió a abrir, y los niños fueron transportados de vuelta a la Pequeña Escuela de los Mil Colores, justo a tiempo para el recreo.

- ¿Quieren que volvamos a Aventuria? - preguntó Mateo, con una gran sonrisa.

- ¡Sí! - respondieron todos al unísono, planeando su próxima aventura.

Desde ese día, Lucía y sus amigos nunca dejaron de soñar y de explorar el brillante mundo de la creatividad, recordando siempre que juntas podían lograr cualquier cosa y que la verdadera magia estaba en la amistad y el trabajo en equipo.

FIN.

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